Todos conocemos a ese compañero o compañera de trabajo que no para de hablar sobre sus asuntos personales. Y al extremo contrario está esa otra persona que es una tumba… que no suelta prenda sobre detalles personales y su vida es un misterio para todos. En estos días leí un artículo que me pareció muy interesante en el cual entrevistan sobre este tema al Dr. Alan Grant, un psicólogo organizacional de la prestigiosa escuela de negocios Wharton en la Universidad de Filadelfia. Grant señala que ambos extremos pueden ser dañinos tanto a nivel personal como profesional.
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He escuchado a personas decir que ellos son “una cosa en la casa y otra en el trabajo.” Claro, es natural que, si tú eres de los que viven de fiesta en fiesta, no vas a estar de chiste y broma todo el tiempo en trabajo. Hay que demostrar seriedad y responsabilidad. Pero para mí, y esta es mi opinión, alguien que es completamente diferente en los dos ambientes en los cuales se mueve, o tiene un problema de salud mental (y para eso hay medicamentos), o no es feliz en uno de esos dos ambientes. Si eres una persona alegre y sociable, esas cualidades deben verse reflejadas en tu ambiente de trabajo y puede hacer que disfrutes mucho más de esas horas laborables. Yo no podría ser de una forma en mi trabajo y de otra en mi vida personal porque en una de las dos no sería yo. Y vivir en honestidad personal es, para mí, uno de los secretos de las personas felices.
Claro, con esto no quiero decir que para desarrollar relaciones significativas en el trabajo tienes que estar compartiendo todos los detalles de tu vida. Y eso incluye tener conversaciones telefónicas con familiares o parejas que son escuchadas por todos los que tienes alrededor. Ese comportamiento es incomodísimo para el entorno de trabajo. La clave está el balance. En nuestra cultura, muchos de los que comparten con nosotros en el mundo laboral se convierten en familia extendida. A través de los años celebramos juntos nacimientos y bodas, y lloramos nuestras pérdidas. Si eres de las personas que no comparten nada, que resistes, por la razón que sea, crear esos vínculos, te estás perdiendo de la posibilidad de mucho apoyo y solidaridad.
Según el Dr. Grant, el ser demasiado hermético a nivel personal también limita la posibilidad de que tus compañeros y compañeras de trabajo confíen en ti. El compartir ciertas cosas con otras personas, como que vas a tener un nieto, o que tu hija acaba de comprometerse, no está abriendo la puerta a información sobre toda tu vida, pero le deja saber a esa otra persona que le tienes la confianza suficiente. Y esa confianza se devuelve. Si, por el contrario, estás pasando por un momento difícil, y lo compartes con personas escogidas en el trabajo, es posible que alguna de ellas haya atravesado o esté atravesando por una experiencia similar y se pueden convertir en un apoyo inesperado. Esos detalles que compartimos pueden hacer una gran diferencia en sentir más satisfacción dentro de un ambiente de trabajo cargado con estresores.
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Aquí la clave está en, primero, saber escoger en quien confías, segundo, identificar los temas que deberías hablar sin hacer sentir incómodas a otras personas, y tercero, establecer límites saludables en cuanto a lo que quieres compartir. Sé tú dentro y fuera del trabajo, déjate querer, pero siempre dándote a respetar.