Caja de Herramientas de Lily García archivos - BeHealth https://www.behealthpr.com/tag/caja-de-herramientas-de-lily-garcia/ Tu conexión con la salud Sat, 05 Apr 2025 15:39:03 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8 https://www.behealthpr.com/wp-content/uploads/2020/04/cropped-BE-16-1-32x32.png Caja de Herramientas de Lily García archivos - BeHealth https://www.behealthpr.com/tag/caja-de-herramientas-de-lily-garcia/ 32 32 Mientras más das, más recibes… https://www.behealthpr.com/mientras-mas-das-mas-recibes/ https://www.behealthpr.com/mientras-mas-das-mas-recibes/#respond Sat, 05 Apr 2025 15:11:12 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=82519 Todos los años, la Universidad de Oxford en Inglaterra realiza una encuesta mundial sobre algún aspecto de la felicidad. Y yo, como estudiosa de todo aquello que puede hacernos más felices, espero con ansias locas anualmente este “Reporte mundial de la felicidad” realizado por la empresa de encuestas Gallup. El de este año se enfoca …

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Todos los años, la Universidad de Oxford en Inglaterra realiza una encuesta mundial sobre algún aspecto de la felicidad. Y yo, como estudiosa de todo aquello que puede hacernos más felices, espero con ansias locas anualmente este “Reporte mundial de la felicidad” realizado por la empresa de encuestas Gallup. El de este año se enfoca en un área bien particular: cómo la generosidad, el dar y el recibir de otros, aporta a nuestro bienestar y felicidad.  

Antes de compartir con ustedes algunas de las conclusiones del estudio, en términos generales no hubo mucho cambio en cuanto a cuáles son las sociedades o países más felices del mundo. Nuevamente, las naciones escandinavas se llevan los primeros puestos. Finlandia revalida en la posición número uno, seguido por Dinamarca, Islandia, Suecia y Holanda. El primer país latinoamericano en la lista es el número seis, Costa Rica. No traten de encontrar a Puerto Rico en la encuesta, la cual en algún momento nos consideró como país, porque desde hace varios años a la isla se le incluyó como parte de los Estados Unidos. Y hablando de Estados Unidos, este año está en la posición veinticuatro, habiendo sido uno de los países que más bajó en categoría desde la encuesta del año pasado. Y habrá que ver donde quedará el año que viene ante los duros golpes que está recibiendo tanto su gente como sus instituciones con esta nueva administración.  

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Pero en cuanto al tema de la generosidad, aunque es algo que debe ser obvio, es impresionante cómo a mayor generosidad, de todo tipo: dinero, tiempo, compañía, más felices somos. Estos son algunos de los hallazgos: 

  • La gente tiende a ser un poco pesimista sobre la capacidad de generosidad en sus comunidades. En el estudio se tiraron billeteras con algo de dinero en diferentes lugares en cada país, y éstas fueron devueltas con mayor frecuencia que lo que la gente esperaba. El estudio indica que nuestra percepción de la generosidad de otros es más importante que la real porque el que espera que otros sean generosos vive con más optimismo y esperanza. 
  • En el 2024 los actos de benevolencia o generosidad fueron 10% más frecuentes que en los años 2017 al 2019 en todas las generaciones y casi todas las regiones del mundo. 
  • Los que consumen alimentos en compañía de otros (generosidad a través de la conexión social), tienen mayores niveles de satisfacción en sus vidas. En los Estados Unidos hay evidencia de que cada vez son más las personas que comen solas, un aumento del cincuenta y tres por ciento desde el 2003. En los países donde las personas tienden a compartir más a la hora de comer, se registran menos niveles de soledad y mayores niveles de apoyo social.
  • En Europa y México, cuando la composición familiar es de cuatro a cinco personas, se registran mayores niveles de felicidad. Las parejas que viven con al menos un hijo u otros miembros de su familia extendida tienden a mostrar mayores niveles de satisfacción en sus vidas. 
  • Las conexiones sociales son vitales para el bienestar de los jóvenes adultos porque se convierten en un antídoto para el efecto tóxico del estrés. Sin embargo, en el 2023, un diecinueve por ciento de adultos jóvenes en el mundo reportó no tener a nadie con quien contar para apoyo social. Esto es un aumento de un treinta y nueve por ciento en comparación con el 2006. Es algo que a mí personalmente me preocupa mucho. 
  • Las muertes por desesperanza o dolor emocional han bajado desde el 2000 en un setenta y cinco por ciento en cincuenta y nueve naciones. Esto es una muy buena noticia. Se ha encontrado que el comportamiento prosocial, como el donar, el voluntariado y el ayudar a extraños, está relacionado con esta disminución en las muertes por desesperanza. En otras palabras, que, al ser generosos, no solo aportamos al bienestar de otros, sino que también salvamos vidas. 

Comencemos entonces a buscar oportunidades para compartir, no sólo dinero, sino también tiempo y apoyo. Tratemos de confiar más en los demás y su capacidad para hacer el bien. Intentemos ampliar nuestras conexiones sociales procurando incluir a otros en nuestras mesas, o encontrándonos para comer y compartir juntos. Seamos generosos con otros y con nosotros mismos. Seamos más felices.  

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No a las mujeres comparonas… https://www.behealthpr.com/no-a-las-mujeres-comparonas/ Sun, 09 Mar 2025 14:13:44 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=81427 El término “comparón” o “comparona” es uno muy común en la República Dominicana para referirse a personas arrogantes, que se creen mejor que los demás. Hoy, voy a tomar prestada esa palabra para darle otro significado. Comparones somos todos los que de alguna forma u otra nos comparamos con otros.  Todos los seres humanos tenemos …

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El término “comparón” o “comparona” es uno muy común en la República Dominicana para referirse a personas arrogantes, que se creen mejor que los demás. Hoy, voy a tomar prestada esa palabra para darle otro significado. Comparones somos todos los que de alguna forma u otra nos comparamos con otros

Todos los seres humanos tenemos la tendencia a compararnos con los demás, pero no me cabe duda de que las mujeres lo hacemos con más frecuencia y, sin darnos cuenta, laceramos nuestra autoestima de muchas formas en el proceso. Y si es algo que hemos hecho siempre, ahora con influencia de las redes sociales, se ha convertido casi en una tendencia obsesiva.  

Un estudio realizado por un centro de tratamiento de adicciones y salud mental en la Florida encontró que un ochenta y ocho por ciento de las mujeres se comparan con imágenes de otras mujeres que ven en las redes sociales, mientras que, entre los varones, el nivel de comparación es de un sesenta y cinco por ciento. Me impresionó también el dato en cuanto a qué determina cómo nos sentimos con respecto a nuestros cuerpos. Según el estudio, en el caso de las mujeres lo que más las influencia es lo que ven en las redes sociales.  A los varones, sin embargo, lo más que les afecta es la opinión de su pareja. ¿Interesante, no creen? 

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Quiero aclarar que puede haber ocasiones en las cuales compararnos con otras mujeres puede ser algo positivo. Esa comparación puede resultar en una motivación para convertirnos en mejores versiones de nosotras mismas, tanto a nivel personal como profesional. Y puede también abonar a nuestro sentido de gratitud, de reconocer lo que tenemos en comparación a otras personas.  

Pero si no la vigilamos, esa tendencia a compararnos puede llevarnos a ver a toda mujer como “competencia”, privándonos de la oportunidad de colaborar personal y profesionalmente y de crear amistades que pueden durar toda la vida. Y peor aún, esa comparación puede ser el primer paso hacia la envidia, una emoción tóxica que nos impide celebrar los logros de otras mujeres porque entendemos que con su éxito nos robaron el nuestro. Nada más lejos de la verdad. Lo que es nuestro por derecho de conciencia nadie nos lo puede quitar. 

No me canso de decir en mis charlas de motivación a las mujeres, que una de mis definiciones del “infierno” es trabajar con gente que sabe menos que yo. Siempre quiero estar rodeada de personas, hombres y/o mujeres, de quienes pueda aprender, y quienes me puedan retar para ayudarme a crecer. Además, lo cierto es que cuando comenzamos a compararnos con otras, siempre tenemos las de perder. Siempre va a haber alguna mujer que sea mejor que yo en algo: que sea más bella, más joven, más elocuente, mejor escritora, mejor actriz, mejor periodista, etc.  ¿Y saben qué? No tengo ningún problema con eso. ¿Saben con quién me comparo? Conmigo misma. Trato de que lo próximo que haga sea mejor que lo último que hice. De esa forma soy no sólo más justa conmigo, sino también con las demás.  

Ahora, ¿cómo podemos transformar este comportamiento tóxico y comenzar a apreciarnos más fuera del contexto de otras mujeres? Los expertos recomiendan que comiences por reconocer que lo estás haciendo. Y una vez lo hayas reconocido, observa qué emociones se disparan cuando te sientes menos ante otra mujer, por la razón que sea. Inmediatamente enfócate en las cualidades que sí tienes, en tus valores, en los logros que has alcanzado.  Si tienes que escribirlos, hazlo, para que no se te olviden.  

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Otra cosa que funciona es enfocarte en el momento y saborearte quien eres ahora… hoy.  Eso evita que tu mente comience a volar pensando que serías más feliz si tuvieses esto o aquello que tiene fulana. Y, por favor, aléjate de las redes sociales de vez en cuando, utilízalas inteligentemente, y no permitas que definan tu percepción de ti misma.  

Acabamos de conmemorar la semana y el día internacional de la mujer trabajadora. Mi mayor deseo para ustedes es que se amen como son; se acepten; se mimen; y se celebren. Nos lo merecemos. 

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La cucaracha lista https://www.behealthpr.com/lacucarachalista/ Fri, 10 Jan 2025 21:56:54 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=79467 Yo estaba tranquilita y “relax” viendo TV cuando la vi entrar como un celaje desde la terraza. Menos mal que no era de las voladoras porque entonces sí que hubiese estado difícil la cosa. Yo siempre trato de negociar mental o verbalmente con los insectos o sabandijas porque soy budista y los budistas intentamos respetar …

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Yo estaba tranquilita y “relax” viendo TV cuando la vi entrar como un celaje desde la terraza. Menos mal que no era de las voladoras porque entonces sí que hubiese estado difícil la cosa. Yo siempre trato de negociar mental o verbalmente con los insectos o sabandijas porque soy budista y los budistas intentamos respetar la vida en todas sus formas. Pero con las cucarachas se me hace muy difícil.  

Traté de decirle que regresara a la terraza o el patio, pero me ignoró.  Así que le tiré con la chancleta, siempre pidiéndole perdón, por supuesto, por lo que estaba haciendo. Vi que se metió debajo de la bicicleta estacionaria así que la dejé tranquila a ver si volvía a salir. Me senté de nuevo en el sofá a ver tele, pero en alerta. Pasaron unos minutos, me moví a llevar algo a la cocina y allí estaba, con las patitas pa’ arriba, muertecita.  O eso creí. Porque tan pronto me moví a buscar la escoba para recogerla, salió disparada de nuevo.

Así que le di otro chancletazo, y terminó nuevamente patas pa’ arriba. Pero de nuevo, cuando la iba a recoger, se dio la vuelta y corrió a las millas. Yo estaba en “shock”. Tenía frente a mí a una cucaracha “actriz”.  Se estaba haciendo la muerta para cogerme de idiota. Nunca había visto una cosa como esa. Ya en ese momento le caí encima con la escoba, siempre pidiéndole perdón por lo que estaba haciendo, y hasta ahí llegó.  

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Yo siempre busco en cada experiencia que vivo alguna lección de vida que pueda compartir a través de mis redes sociales o con mis lectores a través de esta columna. Intenté hacerlo con el incidente de la cucaracha pasada de lista que se hizo la muerta para salvarse, pero como que no he encontrado nada. 

Quizás sabía que yo era budista y quería torturarme no dejándose matar. O tal vez podría ser una lección en humildad el que un insecto tan insípido pudiese estar cogiéndome de idiota de esa manera. Hasta llegué a pensar que tal vez me estaba advirtiendo de algo que podría ocurrir y que en ese momento debía “hacerme la muerta” para salvarme. O tal vez no hay ningún mensaje. Hay cosas que ocurren, y punto. 

Entonces decidí buscar información acerca de las cucarachas para ver si de ahora en adelante hay algo en ellas que pudiese hacer que las vea con menos asco y repulsión. Descubrí que es el más odiado de todos los insectos, más aún que los mosquitos. Bendito, me da pena por ellas. Se supone que todos los seres vivos tienen una razón de ser dentro de la cadena de evolución del planeta, pero no encontré una en estos insectos tan desagradables. 

Sí leí algo que pensaba era una leyenda urbana, pero parece que no. En caso de un cataclismo nuclear en el cual se destruya la raza humana, las cucarachas heredarán el planeta. Poseen una gran resistencia a la radiación, y tienen, además, una enorme capacidad para sobrevivir en condiciones extremas, como continuar activas por un mes aún sin comida.  

Así que tal vez sí, tal vez esta visita inesperada trajo alguna lección trascendental, y esa sería, la necesidad de adaptarnos para poder sobrevivir y trascender los momentos difíciles de la vida. Sabemos por estudios, que mientras más resistente a los cambios es una persona, más infeliz va a ser, porque, después de todo, la vida es cambio constante. 

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Sería interesante que en este primer mes del año comenzáramos a observar cómo reaccionamos a los desvíos obligados e inesperados que nos presenta la vida. ¿Entendemos el propósito que pueden tener para nosotros? ¿Permitimos que la llegada de un cambio no esperado (o a veces esperado), nos defina negativamente durante meses o años? 

La próxima vez que vea otra cucaracha posiblemente reaccionaré igual que lo hice con la amiguita actriz, pero en esta ocasión le agradeceré su lección en adaptabilidad, mientras inhalo y exhalo…

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¿Eres un comunicador tóxico? https://www.behealthpr.com/eres-un-comunicador-toxico/ Fri, 15 Nov 2024 16:06:26 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=77303 El otro día me llamó una amiga.  Es del tipo de persona que comienza a hablar y no se calla.  Puedo poner el celular en modo de “speaker”, irme a hacerme desayuno, o poner una muda de ropa a lavar, mientras la escucho de lejos. Y ella ni se entera.  Sus llamadas no son conversaciones …

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El otro día me llamó una amiga.  Es del tipo de persona que comienza a hablar y no se calla.  Puedo poner el celular en modo de “speaker”, irme a hacerme desayuno, o poner una muda de ropa a lavar, mientras la escucho de lejos. Y ella ni se entera.  Sus llamadas no son conversaciones sino más bien monólogos.  Y estoy segura de que yo no soy la única que conoce personas así. 

Cuando hablamos de algo que nos apasiona es normal que perdamos de perspectiva el hecho de que hay otra u otras personas escuchando. A todos, posiblemente, nos ha ocurrido en algún momento. Pero cuando es costumbre, ya entonces estamos hablando de un estilo tóxico de comunicación dentro del cual la persona no tiene consideración alguna con esa otra que está escuchando.  

Hay quien me ha dicho: “Es que yo hablo y nadie me entiende”. Perdonen, pero siempre es posible que haya una o dos personas que no nos entiendan. Pero cuando “nadie” nos entiende hay una gran probabilidad de que el problema no es “nadie”, sino nosotros mismos y nuestro estilo de comunicación poco saludable. En ocasiones ni siquiera nos percatamos de esto porque podemos estar tan acostumbrados a hablar de cierta manera que no vemos cómo puede estar afectando nuestras relaciones.   

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Otra modalidad de la comunicación no saludable o tóxica es cuando una persona “secuestra” la conversación.  Eso ocurre cuando, por ejemplo, intentas hablar con alguien sobre algo personal, y esa persona de repente le da un giro al diálogo para dirigirlo hacia él o ella. Tú le dirías, por ejemplo: “Estoy pasando por un momento un poco difícil porque mami no está bien de salud…” Y la persona automáticamente te interrumpe con un: “Ay nena, yo pasé por eso. A mami la tuvimos que hospitalizar, y allí agarró una bacteria, y…”  Y así sigue.  Al otro lado uno se siente completamente invalidado. Obviamente la persona jamás entendió que estabas tratando de desahogarte y encontrar apoyo en un momento difícil. Pocas cosas son más importantes para un ser humano que el sentirse validado y escuchado. Si hay alguien cercano a ti que responde de esta manera, es completamente válido que pares a esta persona en seco y le digas: “Sabes qué, en estos momentos me gustaría que me escucharas”.  Si se molesta, entonces sabes que no es alguien con quien valga la pena conversar sobre temas profundos y/o personales.  

También es un comunicador tóxico aquella persona que se pasa mirando el celular o pendiente a otras cosas cuando alguien le está hablando. Es más fácil identificar a esas personas cuando la conversación es presencial, por supuesto, pero hasta por teléfono podemos saber cuándo alguien está ignorándote. Puedo entender que hay momentos en que no estamos mental o emocionalmente aptos para escuchar a otra persona. Pienso que cuando esto ocurre debemos ser lo suficientemente honestos para decir: “¿Sabes qué? Tengo veinte cosas en la mente ahora y quiero darte mi atención cuando hablemos. ¿Podemos hablar en otro momento?”  En estos casos una dosis de honestidad puede salvar una amistad. 

Está también el que convierte la conversación en una competencia. Si tú te sientes mal, ella se siente peor. O el que no te deja terminar y te interrumpe constantemente, muchas veces para darte consejos que no has pedido (confieso que yo lo hago a veces y tengo que tener mucho cuidado).  Lo cierto es que es más fácil identificar las fallas de comunicación en otros que en nosotros mismos. Ser un comunicador saludable conlleva autoconocimiento y desarrollo de “mindfulness” o presencia mental. Si personas que te quieren bien y a quienes les importas te han dicho que les está afectando tu estilo de comunicación, creo que es hora de escucharlas y hacer cambios. Todos podemos mejorar y soltar patrones que no funcionan para construir mejores relaciones interpersonales en el 2025.  Comienza desde ahora autoevaluándote y toma la decisión de transformar patrones tóxicos de comunicación.  Recuerda que no podemos cambiar a otros, solo a nosotros mismos.

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Sorpresas del Camino de Santiago https://www.behealthpr.com/sorpresas-del-camino-de-santiago/ Sun, 03 Nov 2024 12:05:05 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=76712 Acabo de regresar luego de dos semanas espectaculares en España y Portugal. Fui a hacer El Camino de Santiago, el cual me llevó a caminar junto a un grupo maravilloso durante seis días, comenzando en el pueblo de Baiona en la costa gallega, hasta llegar a la Catedral de Santiago de Compostela. El Camino se …

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Acabo de regresar luego de dos semanas espectaculares en España y Portugal. Fui a hacer El Camino de Santiago, el cual me llevó a caminar junto a un grupo maravilloso durante seis días, comenzando en el pueblo de Baiona en la costa gallega, hasta llegar a la Catedral de Santiago de Compostela. El Camino se puede hacer a través de muchas rutas, desde prácticamente todos los países de Europa. Es una peregrinación que millones de personas han realizado durante siglos, para llegar al lugar donde se encontró la tumba del Apóstol Santiago, y en el cual se erigió la espectacular catedral. 

Originalmente el peregrinaje era uno religioso como promesa o búsqueda de sanación física y mental, pero ya más recientemente los peregrinos llegan de todas partes del mundo y por diferentes razones, desde el reto físico que representa hasta la búsqueda de respuestas y fortaleza emocional y espiritual.  

Lo cierto es que el camino te provee para todo eso. Resumir lo que significó para mí en una columna sería imposible. Lo que aprendí sobre mi misma y los demás en esta aventura ameritaría un libro, pero eso ya lo hizo magistralmente Silverio Pérez. De hecho, el grupo con el que viajé fue el último de seis organizados este año por Silverio y su esposa Yessica Delgado. Tengo que agradecer a ambos el que hayan creado esta oportunidad para que tantos de nosotros viviésemos esta experiencia transformadora. 

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Ya nos habían advertido sobre el reto físico que conllevaría caminar seis días, un promedio de veinte kilómetros diarios (unas doce millas).  Pero no contábamos con que la lluvia iba a dificultar grandemente el proceso. Hubo días en que francamente pensé que no podría terminar el trayecto. Pero aprendí que soy más fuerte de lo que pensé. Siempre fui de las últimas en llegar. Dejé la prisa en casa y entendí que, al igual que en la vida, en el camino se llega cuando se puede, enfocándonos en el momento y en el “largo plazo”, no en quien llega primero. Fui testigo de cómo lo difícil se facilita cuando nos ayudamos unos a otros. Una de las compañeras del grupo, de ochenta y dos años, me enseñó que la edad no debe ser límite para nada en la vida. Gracias, Ada. En fin, aprendí muchas lecciones en este camino, el cual espero repetir algún día. 

Lo que no esperaba, la gran sorpresa, fue la conexión que sentí con el terruño gallego, el cual llevo en la sangre. Mi bisabuelo paterno nació en un pequeño pueblo de Galicia llamado Cangas, en la provincia de Vigo. Emigró a Aguadilla, se casó con una boricua, y allí tuvo a sus hijos.  Aunque nunca lo conocí, recuerdo que mi abuelo, Don Constantino García, se sentaba a escuchar la canción de Julio Iglesias “Un canto a Galicia”, y lloraba recordando a su padre. Aunque no pude llegar a Cangas, esos seis días caminando por costa, montes, y poblados gallegos, me hicieron conectarme con el recuerdo de mi abuelo de una forma que jamás esperé. El vivió con nosotros casi quince años, y aunque peleábamos mucho, fue una gran influencia en mi vida, y nos queríamos tanto…

Mientras caminaba recordé cómo de niña yo tendía a padecer de momentos de tristeza y melancolía que llegaban repentinamente y que ni yo misma podía explicar. Mi abuelo me observaba y se daba cuenta. Y en varias ocasiones me dijo que yo padecía de “morriña gallega”. Siempre me quedé con la duda de a qué rayos se refería.  

Un día, caminando por uno de esos pequeños poblados gallegos, vi a una señora cuidando su jardín y me acerqué. Le conté sobre mi conexión con su tierra y sobre lo que mi abuelo me decía. Ella hablaba más gallego que español, pero en eso llegó su hija y al escuchar mi pregunta se sonrío. Me dijo que definir “morriña” en español era un poco complicado, pero que sí tenía que ver con nostalgia y tristeza. Y añadió que, generalmente, esa tristeza tenía que ver con extrañar su tierra, con ese dolor de haberse tenido que ir y no poder volver. 

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La explicación me hizo conectarme en compasión con lo duro que tuvo que haber sido para mi bisabuelo dejar Galicia y nunca regresar. Y a la misma vez me tocó fuertemente el pensar en el dolor que deben sentir tantos emigrantes en todas partes del mundo, incluyendo mi Puerto Rico, al tener que dejar atrás el terruño de sus raíces para buscar mejor calidad de vida. Y creo que también entendí el apego que yo siempre he tenido por mi tierra, tal vez el más fuerte de todos mis apegos. Siempre ha habido una gran resistencia a vivir lejos de Puerto Rico. Dicen que cargamos las emociones de nuestros antepasados, y tal parece que esa “morriña gallega” la llevo conmigo. Espero volver a Galicia, y espero volver a hacer el Camino de Santiago. Pero por el momento estoy todavía asimilando lo que fue esta experiencia y curiosa por lo que todavía me queda por aprender del mundo y de mí.

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Viviendo en verdadero bienestar https://www.behealthpr.com/viviendo-en-verdadero-bienestar/ Fri, 18 Oct 2024 13:34:12 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=75843 Antes, cuando se hablaba de salud, generalmente nos limitábamos a   la salud física, ese estado que se logra practicando la prevención, visitando regularmente a los médicos y siendo fieles al uso de los medicamentos o tratamientos para nuestras condiciones. Pero ya desde hace años, cuando se habla de salud, generalmente se incluye la palabra …

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Antes, cuando se hablaba de salud, generalmente nos limitábamos a   la salud física, ese estado que se logra practicando la prevención, visitando regularmente a los médicos y siendo fieles al uso de los medicamentos o tratamientos para nuestras condiciones. Pero ya desde hace años, cuando se habla de salud, generalmente se incluye la palabra “bienestar”, como si al mencionar únicamente “salud” faltara algo.  

Ahora bien, ¿cuál es el verdadero significado de la palabra “bienestar” o “wellness”, como se le conoce en inglés? El Global Wellness Institute (o Instituto Global de Bienestar), define el bienestar con “la búsqueda activa de actividades, opciones y estilos de vida que llevan a un estado de salud holística”. Y, ¿qué es “salud holística”?  Es el estado de salud que va más allá de sentirnos bien físicamente, extendiéndose a todas las otras dimensiones de un ser humano, como su salud mental, espiritual y emocional.  

En otras palabras, vivir en bienestar es un proceso activo, en el cual no le dejamos todo a la medicina, sino que nos informamos, preguntamos, aprendemos, y, sobre todo, buscamos alternativas que nos ayuden a vivir en mayor balance. 

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Cuando recibí el diagnóstico de artritis reumatoide hace cuatro años, algo que fue completamente inesperado para mí, busqué muchas alternativas antes de comenzar a medicarme para la condición. Cambié mi dieta a una vegana, comencé un tratamiento intensivo de acupuntura, y hasta busqué apoyo emocional. Todo me ayudó. Descubrí que necesitaba bajar las revoluciones, aprender a decir que no, y dejar de vivir para otros, entre otras cosas. Aprendí que el estrés y la ansiedad son mortales para una condición autoinmune y que tenía que hacer un esfuerzo por aprender a manejar mejor mis emociones. Yo lo sabía en teoría, pero nunca lo había experimentado físicamente. 

Y es que el diagnóstico de cualquier condición, desde una reumática, o autoinmune, hasta un cáncer, debe ser una alarma de que algo en nuestras vidas tiene que cambiar. En ocasiones los cambios pueden ser externos, pero las transformaciones que en realidad más van a impactar positivamente nuestra salud y bienestar son las que nacen desde adentro. 

Te recomiendo que te mires con honestidad y comiences por identificar aquellas actitudes y estilos de vida que necesitas moldear para un mayor bienestar. Observa qué te saca de balance y por qué. Aprende a conocerte mejor. Es un primer paso necesario y poderoso para comenzar a construir una vida más feliz y saludable. Practica el “mindfulness” o la presencia mental, esa actitud de vivir en el momento presente. Cuando pensamientos del pasado o el futuro lleguen a tu mente, no los pelees, pero tampoco te agarres a ellos. Simplemente déjalos ir.  

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Diseña una rutina de cuidado para ti. Estoy segura de que cuidas de todos y para ti solo queda el tiempo que sobra. Agenda espacios en tu semana o tu mes para relajarte y mimarte de la forma que a ti te guste. Y busca, a través del agradecimiento, convertirte en una persona más positiva y optimista. Aquellos que agradecen siempre van a estar más enfocados en lo que tienen que en aquello que han perdido. Ojalá que puedas seguir en salud, pero, sobre todo, que puedas encontrar la fórmula para hacer del bienestar una realidad en tu vida.

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Lecciones de una caja de cheques https://www.behealthpr.com/lecciones-de-una-caja-de-cheques/ Sat, 05 Oct 2024 15:56:04 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=75023 SÍ, todavía uso cheques. Sé que eso me hace vieja, pero ¿qué les puedo decir? El otro día me percaté que en la chequera me quedaban solo cinco o seis cheques nada más, así que decidí ordenar más. La idea era ordenar dos libretas, porque como las uso tan poco, eso me duraría por lo …

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SÍ, todavía uso cheques. Sé que eso me hace vieja, pero ¿qué les puedo decir? El otro día me percaté que en la chequera me quedaban solo cinco o seis cheques nada más, así que decidí ordenar más. La idea era ordenar dos libretas, porque como las uso tan poco, eso me duraría por lo menos un par de años. Pero parece que en mi despiste o ajoro cometí un error y la orden que me llegó fue de mil cheques. ¡Mil!  

Lo primero que me cruzó por la mente cuando abrí la caja y vi aquella hemorragia de cheques fue, “Anda, aquí tengo para el resto de mi vida”. Y lo segundo fue, “hay una gran posibilidad que tenga más cheques aquí que los años que me quedan”. Sí, me pongo un poco dramática a veces. Pero por alguna razón la caja de cheques me puso a pensar en la fragilidad y la incertidumbre de la vida. Porque si bien es cierto que espero llegar a viejita, la realidad es que uno nunca sabe. Y es posible que mil cheques duren más que yo. 

En una charla que tuve esta pasada semana con adultos mayores, una de las personas presentes trajo el tema de si se podía o no uno preparar para la muerte. Mi respuesta fue que sí. No sabemos ni cómo ni cuándo va a llegar, pero sí podemos comenzar desde ahora a vivir la vida que quisiéramos haber vivido cuando nos llegue el momento.

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Cuidarnos, disfrutar, tener metas, en fin, vivir con propósito para irnos con las botas puestas. Hablé de cómo me voy este mes a hacer el Camino de Santiago porque como paciente de artritis reumatoide, aunque mi condición está controlada, no sé qué pueda ocurrir en un futuro, así que el momento es ahora. 

Mencioné que por eso también viajé hace dos años a Egipto, porque son viajes físicamente retantes que quiero hacer por si acaso mi cuerpo decide resistirse. Y para mi satisfacción y sorpresa, al final de la charla, una de las participantes me agradeció diciendo que luego de escucharme ella y su esposo habían decidido viajar el año que viene a Roma. Ella se había negado a viajar porque es paciente de fibromialgia, y al escucharme decidió que quería vivir esa experiencia ahora.    

Pero el conectarme con la necesidad de aprovechar la vida no fue la única lección de esa caja de cheques. El verla fue también una lección en agradecimiento porque me puso a pensar en los muchos cheques que he hecho y que he recibido a través de los años. He pasado por muchas etapas diferentes en términos financieros, desde días en que no he tenido ni para echarle gasolina al carro, y he tenido que pedir prestado, hasta momentos en que he podido hacer sueños realidad a personas que quiero y darme los viajes que me ha dado la gana. Y lo cierto es que cuando más falta me ha hecho el dinero, siempre me ha aparecido trabajo. He sabido aprovechar las oportunidades y he aprendido a adaptarme. Pero sobre todas las cosas, siempre he tratado de cultivar una consciencia de prosperidad.  

Y la prosperidad no tiene nada que ver con tener o no tener dinero, sino más bien con la relación que tenemos con ese dinero.  Hay personas billonarias que no son prósperas porque tienden a vivir acumulando y acumulando, y siempre con miedo a perder lo que tienen.  El que vive así jamás puede disfrutar lo que tiene.   

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Yo aprendí desde nena que el compartir nuestras bendiciones con otros, lo poco o mucho que tengamos, nos hace más felices, y aporta mayor sentido de propósito en la vida. Así que esa caja de cheques me recordó lo mucho que he logrado y he crecido personal y profesionalmente.  

Mi deseo para ustedes es que puedan desarrollar esa conciencia de prosperidad que les permita disfrutar de lo que tienen, ayudar a otros, y crear vidas que valgan la pena. Vivan cada día como si fuese el último. Y bendiciones en el proceso…

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Siento que estoy “quemá”… https://www.behealthpr.com/siento-que-estoy-quema/ Sat, 08 Jun 2024 19:50:47 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=67733 Después del desahogo, y un par de copitas de vino, tengo que confesar que me sentí mucho mejor.  Han sido un par de meses intensos.

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El domingo pasado llegué hasta casa de una amiga trayendo almuerzo para que pudiésemos compartir un rato. Tan pronto llegué, y sin querer, me eché a llorar encima.  Pienso que mi querida Myrna estaba en shock al ser testigo de mi “melt down” emocional.  Después de todo, ¿no soy yo la que siempre está ahí para consolar a otros?  Lo único que me decía era “Llora, nena, llora, sé que estás bien cargada.” 

Después del desahogo, y un par de copitas de vino, tengo que confesar que me sentí mucho mejor.  Han sido un par de meses intensos. Por un lado, ha estado la carga de trabajo, algo de lo cual no me quejo, porque es una bendición poder vivir de lo que es mi propósito de vida. Pero como bien dice el refrán, “la comida del pobre llega toda junta». Han sido charlas a través de toda la isla, eventos, y tres obras de teatro diferentes.  

Con la más reciente subí a escena justo los dos días antes del exabrupto emocional en casa de mi amiga.  Mi prima, Marian Pabón, y yo, regresamos con la obra “Mejor sola que mal acompañada”, la cual hemos estado realizando juntas desde el año pasado. 

Era la primera vez que la hacíamos desde que Marian finalizó su tratamiento para el cáncer de seno que la ha mantenido alejada de las cámaras y los escenarios desde agosto del año pasado.  Las dos funciones estuvieron llenas, en una de ellas hubo quinientas personas. Y las expresiones de cariño y apoyo para Marian fueron sobrecogedoras.  Después de cada función llegaron tantas mujeres a tomarse fotos con nosotras, a contarle anécdotas sobre sus procesos de cáncer, algunos positivos, otros no tanto, y a desearle salud y echarle bendiciones.  Les cuento esto porque no fueron funciones de teatro como otras, sino eventos con un componente emocional poderoso que inevitablemente lo carga a uno.  

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Y a todos los compromisos profesionales se ha sumado una situación de salud de mi madre a quien he visto debilitarse y desarrollar unas limitaciones de movilidad a las cuales ni ella ni nosotros sus hijos, estamos acostumbrados. Ha requerido mucho tiempo y esfuerzo de nuestra parte, y todos los que han sido cuidadores en algún momento saben lo emocionalmente drenante que puede ser por muchas razones.  

Nada, la cosa es que todo se fue acumulando, y no me he cuidado como he debido. Entre lo mucho que he aprendido a raíz de mi diagnóstico de artritis reumatoide hace cuatro años es el efecto tan dañino que puede tener el estrés y la ansiedad en las condiciones autoinmunes. 

Estoy cansada física y emocionalmente, y mi cuerpo lo sabe.  Pero como no hay casualidades en la vida, me tocó entrevistar esta semana en mi programa de radio a la Dra. Mirelsa Modestti, psicóloga y comunicadora, y una de las profesionales que participó en un interesante estudio acerca del “burnout”, “angustia moral” y “fatiga por compasión” en profesionales de la salud durante la pandemia.

Hablar con ella y escuchar los hallazgos del estudio me ayudó a entender mucho de lo que estaba sintiendo y de lo que puedo hacer para cambiarlo. (Si quieren conocer más sobre el estudio y su trabajo pueden acceder www.mirelsamodestti.com)  Después de todo, sabemos que las situaciones estresantes siempre van a estar ahí.  Así que lo único que podemos hacer es cambiar la forma en que las interpretamos.  

Necesito comenzar a pedir más ayuda. Necesito no ser tan exigente conmigo misma, hago lo que puedo, y lo demás se queda. Necesito aprender a echar lloraditas más frecuentes, y no aguantarme hasta que ya no pueda más. Necesito meditar más y hacer más ejercicios, algo que había abandonado (ya me volví a registrar en el gimnasio y comencé esta semana). Y necesito continuar respirando y agradeciendo: agradeciendo que a una edad en la cual pensaba que tal vez profesionalmente iba a estar bajando revoluciones, es cuando más trabajo tengo. Y agradeciendo que el poder manejar mi tiempo me permite ayudar a mi madre con lo que ella necesita ahora, porque por más que peleemos (que es bastante), sé que se me va a dificultar mucho la respiración cuando ella no esté. Así que pienso que estoy en buen caminoTodo va a estar bien. Todo está en Orden Divino. Y todos los días aprendo acerca de mis fortalezas y mis limitaciones, y busco validar ambas. Un día a la vez.    

 

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No te apegues que no es bolero https://www.behealthpr.com/no-te-apegues-que-no-es-bolero/ Sat, 25 May 2024 20:03:42 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=66974 El nombre de esta columna es precisamente el título de una nueva charla de motivación que he estado ofreciendo desde hace varias semanas. La charla trabaja con definir la relación entre los apegos más comunes que tenemos los seres humanos, y su relación con las emociones tóxicas. En la filosofía budista se define el apego …

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El nombre de esta columna es precisamente el título de una nueva charla de motivación que he estado ofreciendo desde hace varias semanas. La charla trabaja con definir la relación entre los apegos más comunes que tenemos los seres humanos, y su relación con las emociones tóxicas. En la filosofía budista se define el apego como la tendencia que tenemos todos a agarrarnos de algo entendiendo que nos va a traer felicidad, cuando la felicidad no depende para nada de elementos externos. Es natural que sintamos apego, por ejemplo, hacia seres que queremos, pero el apego se torna poco saludable cuando permitimos que esas personas abusen o se aprovechen de nosotros y no hacemos nada al respecto por miedo a perderlos. Ese tipo de apego siempre nos va a generar sufrimiento. 

El apego a las cosas es otro fácil de identificar. No hay nada de malo en que disfrutemos de decorar nuestro hogar con piezas que sean significativas, o que nos guste vestir bien. Pero cuando vivimos acumulando, guardando por años, sintiendo que sin esto o aquello no podemos vivir, ahí estamos cargándonos con un peso que emocional y energéticamente puede llevarnos al estancamiento. 

 En la charla menciono que, si yo me hubiese quedado con todos los libros que he leído en mi vida adulta, tendría una biblioteca en una de las habitaciones de mi casa. Pero los libros que conservo son esos que me sirven como referencia para mi trabajo, o novelas que me he leído varias veces. Lo demás lo paso para adelante, lo regalo, o lo dono.  En una ocasión, al escucharme decir esto, una persona dijo que ella no puede regalar sus libros porque han sido determinantes en quien ella es como persona. Mi respuesta fue que lo que ha sido relevante es el contenido de los libros, lo que aprendió de lo que leyó, pero no necesariamente el libro físico como tal.  Y, además, que mejor forma de rendir homenaje a un autor, de lo que sea, que permitiendo que otra persona disfrute de lo mismo que uno disfrutó leyendo.  

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Sé que no es fácil trabajar con los apegos. Pero reconocerlos y soltarlos es un primer paso hacia una vida más liviana y más feliz.  Los apegos a las personas y a las cosas son, tal vez, los más obvios, pero hay otros que pueden ser tan o más tóxicos que éstos.  Hablemos, por ejemplo, del apego a nuestras opiniones.  Y no estoy insinuando que no debemos tener opiniones.  Todos y todas las tenemos.  El problema estriba en el peso que les damos a esas opiniones al creernos que tenemos la única verdad.  Esas son las opiniones que dividen y destruyen amistades, familias, y comunidades.  Y este año, siendo año de elecciones en Puerto Rico y Estados Unidos, sería saludable observarnos a la hora de manifestar nuestras opiniones.  

Yo soy una persona muy curiosa, y me fascina entender porque la gente piensa como piensa.  Eso no quiere decir que yo vaya a pensar como ellos, pero me interesa conocer como llegaron allí. Cuando enfrentamos las diferencias de opinión desde la curiosidad, en vez de desde el ataque, el proceso se convierte en uno de crecimiento para todas las partes.  

Otro de los apegos que nos pesa y nos limita es el apego al pasado. El mismo puede ser el resultado de no querer soltar un pasado que pensamos que fue mejor y que añoramos.  O, por el contrario, puede ser el permanecer agarrados a un pasado que fue doloroso, a esas heridas todavía abiertas que no hemos podido sanar.  En ambos casos, vivir en el pasado, para bien o para mal, siempre nos va a limitar el disfrutar el presente que es, en realidad, lo único real. Trabajamos con este apego enfocándonos en lo que tenemos y no en lo que hemos perdido, y buscando hacer cicatrizar esas heridas que todavía supuran. Solo así podremos comenzar a soltar y a liberarnos de la atadura al pasado. 

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Los apegos son parte de la vida.  Nuestra misión es identificar aquellos que nos están limitando, que nos roban felicidad, y nos causan sufrimiento. Ese proceso es uno sumamente individual. Los invito a que se den la oportunidad de comenzar a desapegarse y disfrutar del sentido de paz y liberación que descubrirán

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¿Me lo pierdo o me lo gozo? https://www.behealthpr.com/me-lo-pierdo-o-me-lo-gozo/ Fri, 03 May 2024 20:30:39 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=65418 Recuerdo cuando la única forma de saber lo que tus amigos y amigas estaban haciendo era que te llamaran al teléfono de la casa y te contaran lo que había. En nuestro hogar la comunicación telefónica siempre fue un reto porque éramos seis, cinco de nosotras mujeres, y el teléfono no daba para tanto. Había …

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Recuerdo cuando la única forma de saber lo que tus amigos y amigas estaban haciendo era que te llamaran al teléfono de la casa y te contaran lo que había. En nuestro hogar la comunicación telefónica siempre fue un reto porque éramos seis, cinco de nosotras mujeres, y el teléfono no daba para tanto. Había que hacer turno. Pero, ¿saben qué? Éramos felices porque eso era lo que había y jamás nos imaginamos que en algún momento íbamos a tener comunicación instantánea por audio, video y fotos, con nuestros más allegados, y aún con los ni siquiera allegados. 

La llegada de los teléfonos inteligentes nos transformó la vida para bien, en un sentido, porque nos ofreció la inmediatez del contacto con el toque de un dedo. Pero, para mal, nos ha proporcionado una distracción que puede convertirse en compulsividad y que, en vez de traer más paz y tranquilidad a nuestras vidas, por el contrario, abona a más estrés y ansiedad. La clave está en aprender a desconectarnos del aparatito, y eso no es fácil.  

Existen múltiples estudios que relacionan la depresión y la ansiedad con el estar constantemente conectados, esperando “likes” o comentarios de otros, en las redes sociales. Existe un término que define parcialmente ese comportamiento, y se conoce como “FOMO”, o “Fear of missing out” por sus siglas en inglés. Lo que quiere decir literalmente es “Miedo a perdérmelo”. Y eso significa que tengo que estar pendiente de todo lo que están haciendo los demás porque si no, puedo perderme algo importante y mi vida no estaría completa.

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Suena estúpido, pero así vivimos. La aprobación de los demás siempre ha sido importante, para algunos más que otros, de la misma forma que siempre va a existir la tendencia de compararnos con los demás (especialmente nosotras las mujeres). Pero las redes sociales han llevado esto a otro nivel, uno que no necesariamente es saludable y que, definitivamente, puede afectar adversamente nuestra salud mental y calidad de vida.  

Y así llegó a otro término, lo opuesto al “FOMO”.  Me refiero a “JOMO”.  Estas siglas representan “Joy of missing out”, lo que quiere decir, literalmente, “La alegría (o placer) de perdérmelo”. Y con esta frase se describe la paz, tranquilidad y bienestar que nace de la capacidad de no tener que estar pendientes, ni importarnos, lo que los demás piensan, hacen, opinan o dejan de opinar, en las redes sociales.  En otras palabras, la felicidad de la desconexión.  

Si estar desconectado para ti es no tener vida social, entonces tienes un problema, porque la vida social no debe depender de una conexión tecnológica.  Podemos tener vidas plenas y felices haciendo lo que disfrutamos, aún solos o solas en casa, sin tener que estar pendiente de lo que están haciendo los demás o de si nos dieron o no un “like” a lo que acabamos de publicar. Es maravilloso poder ver cómo otros disfrutan su cumpleaños o aniversario, y alegrarnos de sus momentos felices, pero todo se daña cuando comienza esa mente a preguntarse, “¿y por qué no me invitaron?” o “¿Por qué yo no tengo tantas amistades como ellos?” o “¿Por qué yo estoy aburrida en casa y el resto del planeta gozando?”.   ¿Sabes por qué? Porque sí. Si sabes que tienes esa tendencia a comparar tu vida con la de los demás y a no querer perderte nada, entonces es hora de comenzar a practicar el “JOMO”, y aprender a disfrutar esa vida maravillosa que existe más allá de los demás

Si estás trabajando o necesitas enfocarte en algo, guarda el celular. Yo pertenezco a unos cinco o seis chats por WhatsApp, pero solo recibo notificaciones de dos que tienen que ver con trabajo, las demás están en silencio.  Y no les niego que a veces me cuesta desconectarme, pero me autoevalúo constantemente, y cuando voy a agarrar el teléfono sin razón alguna, me pregunto “¿Y para qué?”. 

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Hoy te invito a que te retes a vivir sin redes o noticias por lo menos por media hora todos los días y que evites meterte en las redes antes de acostarte (eso también nos roba felicidad). Y para recordarme que existe una vida real y otra que no lo es tanto, tengo un letrerito de madera en mi terraza que dice “Que tu vida algún día sea tan perfecta como parece ser en Facebook”. El entender esta verdad es vivir en “JOMO”.  

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