Empatía archivos - BeHealth https://www.behealthpr.com/tag/empatia/ Tu conexión con la salud Thu, 28 Nov 2024 20:12:19 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8 https://www.behealthpr.com/wp-content/uploads/2020/04/cropped-BE-16-1-32x32.png Empatía archivos - BeHealth https://www.behealthpr.com/tag/empatia/ 32 32 De brujas y brujos malos… https://www.behealthpr.com/de-brujas-y-brujos-malos/ Thu, 28 Nov 2024 19:07:15 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=77982 En estos días fui a ver la película “Wicked” (en español “Malvada”).  Para aquellos que no conocen la historia, este musical, que ha sido un éxito en Broadway durante cerca de veinte años, nos reinterpreta la vida de la bruja mala del Mago de Oz.  En la serie de libros y posterior película del “Mago …

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En estos días fui a ver la película “Wicked” (en español “Malvada”).  Para aquellos que no conocen la historia, este musical, que ha sido un éxito en Broadway durante cerca de veinte años, nos reinterpreta la vida de la bruja mala del Mago de Oz.  En la serie de libros y posterior película del “Mago de Oz” se nos presenta, como en tantas historias, la lucha entre el bien y el mal; entre la bondad y el egoísmo.  El villano, o villana, como en este caso, es, ante todo, la encarnación del mal, y, naturalmente, hay que destruirla.  Pero ha sido solo en años recientes que hemos visto una gran cantidad de libros y películas que nos adentran en la psiquis de los villanos. Otra producción cinematográfica sobre el tema es “Maleficent” que nos narra como nació la maldad en la bruja de “La bella durmiente”.  

En el caso de la Bruja Mala del Oeste del Mago de OZ, la niña nace con la piel verde, y por lo tanto es rechazada, inclusive por sus padres, desde su nacimiento.  Toda su vida es víctima de “bullying” o acoso por ser diferente.  Se siente inadecuada, fea y no querida.  En otras palabras, en ella se está dando la fórmula perfecta para crecer marcada por el dolor, pero más peligroso aún, por el coraje.  Y encima de eso, posee poderes extraordinarios los cuales la convierten en un prodigio dentro del mundo de la magia.  Claro, son poderes que ella no puede controlar cuando el coraje la domina.  Se convierte en la antagonista de la historia no por mala, sino por querer luchar contra los planes del “gobierno” de OZ de erradicar parte de su población por ser “diferente”.  ¿No les parece un tema universal y que se ha repetido una y otra vez a través de la historia de la humanidad?   

En otras palabras, que la mal llamada “Bruja Mala del Oeste” de mala no tenía nada.  Y su historia, como tantas otras que encontramos en la ficción y en la vida real, me reitera algo que aprendí hace mucho tiempo:  los monstruos no nace, se hacen.  Si bien es cierto que hay seres que, por la razón que sea, nacen neurológicamente desconectados de emociones como la empatía y la compasión (les llamamos psicópatas), hay que reconocer que son la minoría.  La gran mayoría de aquellos y aquellas que agreden, que hacen daño, que matan, o incitan a otros a matar (Hitler, por ejemplo), son el resultado de niños y niñas heridas que buscan de alguna forma reivindicar su autoestima a través del poder sobre los demás.  El odio y el coraje lo transforman todo.  Y cuando no tenemos quien nos ayude a entenderlo y canalizarlo, quien nos recuerde lo valiosos que podemos ser, es fácil perderse.  

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Recuerdo cuando laboré dirigiendo grupos de “coaching” en diferentes cárceles en Puerto Rico.  Escuché historias desgarradoras.  De todos los grupos, el que más difícil se me hizo trabajar fue el de la cárcel de menores, la de las niñas.  Recuerdo que salía de las sesiones con el pecho apretado y tenía que sentarme en el carro un rato a respirar antes de continuar mi día.  Tanto coraje, tanto miedo, tanta baja autoestima, y, sin embargo, tanto potencial.  Siempre he dicho que la única diferencia entre una mujer confinada y yo es que yo tuve más oportunidades, más apoyo, y, sobre todo, más amor.  Pero si no hubiese sido por eso, es posible que también hubiese terminado siendo una criminal.  

Y comparto mi sentir con ustedes para que nos tomemos el tiempo de detenernos y pensar antes de juzgar; para que nos ocupemos de conocer la historia detrás de los “malos” y las “malas”.  El hacerlo no quiere decir que justifiquemos sus acciones, pero sí nos puede ayudar a entender qué estamos haciendo mal como humanidad para que haya tantas personas volcándose hacia el mal, hacia hacerle daño a otros.  Procurando entender el porqué, podemos intentar hacer algo, lo que sea, para fortalecer socialmente desde nuestras familias y comunidades, hasta nuestro sistema de educación el cual maltrata de tantas formas a aquellos que son “diferentes”.  Nos queda mucho por hacer.  Pero sueño con que algún día, los brujos y brujas “malas” utilizarán sus habilidades para el bien, habiendo sanado las heridas y cicatrices que les infligió la vida.  Yo trato de hacer lo que me toca. ¿Qué estás haciendo tú?  

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Lo mejor y lo peor de nosotros… https://www.behealthpr.com/lo-mejor-y-lo-peor-de-nosotros/ Fri, 21 Jun 2024 21:57:29 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=68352 Como últimamente no he tenido mucho tiempo para leer, estoy escuchando un audiolibro titulado “Cuchillo: meditaciones después de un intento de asesinato” del escritor Salman Rushdie. Y ni es una novela, ni son realmente meditaciones. Es el recuento del intento de asesinato al cual sobrevivió el autor en el 2022, cuando, justo antes de ofrecer …

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Como últimamente no he tenido mucho tiempo para leer, estoy escuchando un audiolibro titulado “Cuchillo: meditaciones después de un intento de asesinato” del escritor Salman Rushdie. Y ni es una novela, ni son realmente meditaciones. Es el recuento del intento de asesinato al cual sobrevivió el autor en el 2022, cuando, justo antes de ofrecer una conferencia en Nueva York, un joven musulmán logró subir al escenario y lo acuchilló causándole heridas graves en varias partes del cuerpo y la pérdida de un ojo. Es un milagro que a sus setenta y seis años esté vivo para contarlo. 

Pero este no fue el primer atentado contra la vida de Rushdie. Hubo uno en el 1989 cuando otro musulmán extremista trató de detonar una bomba en el hotel en el cual el escritor se estaba hospedando en Londres, destruyendo dos pisos de la estructura. Pero en esta ocasión Rushdie salió ileso. ¿Y qué hizo este hombre para ganarse tanto odio? Todo comenzó en 1988 cuando Rushdie escribió “Los versos satánicos”, novela que muchos musulmanes catalogaron como un ataque irreverente a la figura de Mahoma. El líder supremo de los musulmanes en aquel momento pidió la ejecución de Rushdie e inclusive se ofreció una recompensa a quien lo capturara. Salman Rushdie vivió años escondido y temiendo por su vida.  

Lo que jamás imaginó es que treinta y dos años más tarde, alguien iba a intentar asesinarlo de nuevo y casi lograrlo. Rushdie especula que tal vez era un joven buscando notoriedad porque, después de todo, ya la controversia por sus “Versos satánicos” se disipó hace décadas. Pero lo cierto es que este incidente ha transformado su vida.  El análisis existencial que el autor hace en “Cuchillo” de cada aspecto de ese día, de lo que sintió, de lo que vivió, y de lo que sigue viviendo, me ha tocado profundamente. Y hubo algo que mencionó que me hizo querer compartir esta historia con ustedes. 

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Tan pronto un guardia de seguridad se llevó al agresor, comenzaron a subir al escenario muchas personas, la mayoría de ellas desconocidas para Rushdie, que intentaban en medio del caos de mantenerlo con vida en lo que llegaban los paramédicos. Aunque admite no recordar todo lo que escuchaba, si pudo, a pesar del trauma físico y emocional que estaba viviendo en aquel momento, guardar en su memoria algunas de las palabras de los que lo rodearon. Hoy reconoce que está vivo gracias a estas personas. Y su gran revelación fue descubrir cómo en cuestión de minutos él experimentó lo peor y lo mejor de la humanidad.  Vio lo peor en el odio, el egoísmo, y la soberbia de un hombre que, sin conocerlo, quiso acabar con su vida.  Y vio lo mejor en los actos de compasión y generosidad de esos que llegaron a tratar de rescatarlo, sobre todo de ese amigo que se abalanzó sobre el agresor, arriesgando su propia vida, para quitárselo de encima.  

Y sí, así vivimos, en un planeta donde encontramos lo peor y lo mejor; la capacidad para gran destrucción y para gran sanación; donde hemos visto generarse tanto odio, y a la misma vez manifestarse el poder del amor incondicional. 

No vayamos lejos, como bien dice la Ley de Correspondencia, “como es afuera es adentro y como es adentro es afuera”, no es solo allá afuera “en el mundo” que encontramos el bien y el mal. Ambos están también dentro de nosotros mismos.   Por eso es que tenemos que practicar el autoconocimiento, aprender a vivir conectados a nuestras emociones, las positivas y las negativas, para reconocer de dónde vienen. Si las pillamos a tiempo, si podemos reconocer que ese resentimiento se puede transformar en odio, podemos detenernos y negarnos a echarle abono a ese pensamiento/emoción negativa. 

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No permitas que lo peor en ti eche raíces, enfócate en germinar  compasión, empatía, generosidad y perdón. No te sientas culpable si en algún momento te ha cruzado un pensamiento egoísta o le has deseado mal a otros, es completamente normal que nos ocurra a veces, lo importante es que detengamos ese pensamiento ahí, lo reconozcamos y lo podamos sustituir por un “Te bendigo…y te dejo ir”. Sé siempre lo mejor que puedas ser y estarás creando circunstancias maravillosas para ti y los tuyos.   

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¿Inteligencia de qué? https://www.behealthpr.com/inteligencia-de-que/ Sat, 03 Jun 2023 12:00:00 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=50705 En una comedia teatral que estoy realizando en estos días hablo un poco sobre cómo mientras más atraídos sexualmente nos sentimos hacia alguien, más se reduce nuestro coeficiente intelectual o IQ. Y es que no es secreto para nadie, digo, un poco en broma, pero también en serio, cómo nuestra mente racional se nubla ante …

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En una comedia teatral que estoy realizando en estos días hablo un poco sobre cómo mientras más atraídos sexualmente nos sentimos hacia alguien, más se reduce nuestro coeficiente intelectual o IQ. Y es que no es secreto para nadie, digo, un poco en broma, pero también en serio, cómo nuestra mente racional se nubla ante el enamoramiento, convirtiéndonos de alguna forma en morones emocionales. Y le puede ocurrir hasta a los más brillantes.

Lo cierto es que el coeficiente intelectual mide nuestro nivel de inteligencia racional, o capacidad de razonar y resolver problemas. Se supone que es una característica con la cual nacemos y que permanece constante durante toda nuestra vida. Podemos crecer en conocimientos, estudiar, etc., pero el coeficiente de inteligencia siempre permanece igual. Hubo un momento en que todo se basaba o giraba alrededor de ese tipo de inteligencia. Durante mucho tiempo se creyó que la clave del éxito de cualquier persona estaba en su coeficiente intelectual y los grados académicos que podía obtener. Pero eso cambió hace muchos años, ante el descubrimiento de que existen muchos tipos de inteligencia, y el IQ solo mide una de ellas. Entre esos tipos de inteligencia está la que yo considero la más importante de todas: la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional se define como la habilidad de entender y manejar nuestras emociones mientras que, a la misma vez, reconocemos e influenciamos las de los demás. El concepto nació para la década del 1990, pero fue popularizado más tarde por el psicólogo Daniel Goleman, quien ha escrito ampliamente sobre el tema.

Estudios indican que el coeficiente intelectual que mide esa inteligencia de “resolver y entender”, es responsable de solo del veinte por ciento de la felicidad de un ser humano. El restante ochenta por ciento es el resultado de la inteligencia emocional. Y por suerte, esta inteligencia sí puede desarrollarse y fortalecerse durante toda la vida, a diferencia de la otra, que permanece estática. ¿Cuáles son algunas de las características de una persona emocionalmente inteligente? Las más importantes serían:

  • Autoconocimiento: se define como la capacidad de reconocer y entender nuestras emociones y cómo afectan nuestra vida y a los que nos rodean.
  • Autocontrol: la capacidad de poder controlar nuestras respuestas, de saber inhalar y exhalar, y pensar antes de actuar.
  • Motivación: la habilidad de aspirar a más, de tener metas y de desarrollar la resiliencia cuando las cosas no salen como esperamos.
  • Empatía: la capacidad de entender las emociones o puntos de vista de otros, viendo las cosas desde sus perspectivas aún cuando no estemos de acuerdo.
  • Destrezas sociales: capacidad de trabajar en equipo, de motivar a otros y de comunicarnos saludablemente y escuchar en apertura.

Todos conocemos personas intelectualmente brillantes y muy capaces en su área de “expertise”, pero que de seguro se colgarían en un examen de inteligencia emocional. Aunque sí hay pruebas que pueden medir la inteligencia emocional, para este tipo de inteligencia no existe un examen como el del coeficiente intelectual. Lo que nos evalúa verdaderamente en esa área es el día a día, la vida, y las circunstancias a las cuales nos enfrentamos y cómo reaccionamos a ellas. ¿Cómo convertirnos en personas más emocionalmente inteligentes? Es obvio que el primer paso para desarrollar esas características es el “mindfulness” o capacidad de estar presentes con lo que está ocurriendo afuera y lo que estamos pensando y sintiendo por dentro. El autoconocimiento y el autocontrol son imposibles si no conoces tus motivaciones, eso que empuja tus acciones.

¿Quieres ser más feliz? Comienza a fortalecer y desarrollar tu inteligencia emocional. Observa cómo te sientes, lo que sale de tu boca y cómo te comportas en momentos de estrés y tensión. Toma responsabilidad por tus acciones cuando cometes un error, y pide excusas si has afectado a otros. Celebra todo lo positivo que logres, y ten paciencia contigo, la inteligencia emocional nace de hábitos que toman tiempo. Busca ayuda si la necesitas, porque a veces un apoyo externo puede ayudarnos a ver con más claridad aquello que nos está atrasando emocionalmente.

Recuerdo que me hicieron una prueba de IQ cuando tenía cuatro años y aparentemente salí con un coeficiente intelectual bastante alto. Mi abuelo guardó el resultado de esa prueba toda su vida y a cada rato lo sacaba para, orgullosamente, enseñárselo a algún amigo. Y lo hizo por mucho tiempo, inclusive ya siendo adulta. Me pregunto qué pensaría hoy de las metidas de pata que he dado en la vida. Espero, sin embargo, que donde quiera que esté se sienta orgulloso de lo mucho que he crecido emocionalmente.

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Dime de dónde vienes… https://www.behealthpr.com/dime-de-donde-vienes/ Fri, 27 Jan 2023 22:03:15 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=41725 Entiendo que todos estamos claros en que nuestras circunstancias de vida forman parte de la materia prima de la cual estamos construidos. Y por circunstancias de vida me refiero a lo que recibimos en nuestro proceso de crianza; los ejemplos que hemos tenido a nuestro alrededor, y las experiencias por las cuales hemos ido atravesando. …

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Entiendo que todos estamos claros en que nuestras circunstancias de vida forman parte de la materia prima de la cual estamos construidos. Y por circunstancias de vida me refiero a lo que recibimos en nuestro proceso de crianza; los ejemplos que hemos tenido a nuestro alrededor, y las experiencias por las cuales hemos ido atravesando. Todo forma parte de quienes somos, de lo que sentimos y hasta de como reaccionamos. Una vez aprendí de un gran maestro espiritual que aquellas actitudes tuyas que te hacen sufrir y te roban felicidad no vinieron contigo de fábrica, y eso quiere decir que de la misma forma que las recogiste en el camino, también las puedes soltar. A veces necesitamos ayuda para reconocerlas y dejarlas ir, pero de que es posible, es posible. Solo así podemos transformar la victimización en responsabilidad por lo que nos toca.

Lo que a veces se hace más difícil es usar esa misma fórmula, la de identificar de donde vienen, con personas a nuestro alrededor cuyo comportamiento nos hiere o nos ha herido. Ellos también tienen su historia, y esa historia los ha formado para bien o para mal. Hace unos días conversaba con una amiga acerca de su relación con su madre. Esta conversación no solo la ayudó a ella a descubrir elementos que no había visto, sino que también me recordó a mí aspectos de mi propia madre que a veces olvido y me llevan a impacientarme con ella.

Comencemos por la relación entre mi amiga y su madre. Ella recuerda que a pesar de que siempre ha sido una buena madre, también fue seca y poco cariñosa. Para esa hija, hay una herida que todavía parece seguir abierta, y esa fue la infligida por la falta de apoyo que recibió de su progenitora cuando quiso estudiar comunicaciones en vez de ciencias. Su padre la apoyó en todo momento, pero la madre siempre se enfocó en la inseguridad económica que representaría el campo de las comunicaciones. Conversando con ella, le hice una pregunta sencilla: “¿y de dónde vino tu madre?” En ese momento esta mujer, hoy una exitosa profesional de las comunicaciones, se fue en un viaje en el tiempo. Recordó como esa madre tuvo pérdidas significativas cuando era joven y tuvo que hacerse cargo de sus hermanos a temprana edad; de la difícil situación económica en la cual se crío; del sueño que tenía de estudiar medicina, el cual fue tronchado ante su necesidad de comenzar a generar ingresos lo más rápido posible.

Recordó también lo creativa que siempre fue su madre, lo buena que era en el diseño y la costura y lo mucho que los disfrutaba. Recordando de donde vino “mami” de repente pudo descubrir que el rechazo a su decisión de estudiar comunicaciones y su aparente falta de validación no tenía nada que ver con ella como hija y todo que ver con el miedo de que su hija experimentara la inseguridad económica que ella había tenido que enfrentar. Además, posiblemente veía sus propias metas realizadas en una hija con una carrera en las ciencias. Eso la tiene que haber decepcionado, pero no por su hija, sino por ella. Y esa mirada al pasado materno también le recordó que compartían una vena de creatividad que en el caso de su madre nunca se manifestó.

La conversación con mi amiga me recordó lo que me dijo mi madre cuando, a mis veintiséis años, le dejé saber que había tomado la decisión de divorciarme de mi primer esposo. Yo pensaba que iba a tratar de convencerme de que no lo hiciera. Después de todo, me iba a convertir en el primer divorcio de la familia. Pero sus palabras fueron: “Tal vez tú estás dando el grito que yo nunca he podido dar.” Sé que no era lo que ella hubiese querido para mí, pero sentí que entendió.

De la misma forma, mi amiga posiblemente ha dado “gritos” y tomado decisiones en su vida que su madre nunca pudo dar o tomar. Y al poner en perspectiva ese pasado materno, puede comenzar a sanar heridas viejas y a practicar el perdón a través de la compasión y la empatía hacia esa madre que tanto la ha amado, aún cuando no siempre ha sabido demostrarlo. Si quieres dar el primer paso en un proceso de perdón, comienza por preguntarte de donde vino esa persona que te hirió. La idea no es justificar lo que hicieron, sino tratar de entender que la gente da lo que puede dentro de sus circunstancias. Bendice, genera compasión, y deja ir. Y ya comenzaste a perdonar.

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Medicina con compasión https://www.behealthpr.com/medicina-con-compasion/ Fri, 01 Oct 2021 21:39:41 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=19093 Estas pasadas dos semanas me han tocado varias visitas con familiares a oficinas médicas y hasta una corta estadía en una sala de emergencia por una subida de presión de mi mamá.  (Todo está bien ahora).  Y me resultó curioso las diferencias en el trato que experimenté en este recorrido, tanto por parte de los …

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Estas pasadas dos semanas me han tocado varias visitas con familiares a oficinas médicas y hasta una corta estadía en una sala de emergencia por una subida de presión de mi mamá.  (Todo está bien ahora).  Y me resultó curioso las diferencias en el trato que experimenté en este recorrido, tanto por parte de los médicos como del personal de las oficinas. La gama fluctuó entre los que parecían estar locos por salir de ti, hasta los que te hacían sentir como familia y te explicaban todo con claridad y hasta cariño.  

Esta experiencia me recordó porqué, hace varios años, desarrollé una charla que titulé “Salud con compasión” para ser ofrecida a médicos y profesionales de la salud en general. Lo cierto es que muy pocos médicos la han escuchado. En la mayoría de las ocasiones, la charla la he ofrecido a grupos de empleados de oficinas médicas y los médicos a veces han estado presentes junto a sus empleados, pero a veces no. No sé si es que no se han percatado de lo mucho que la necesitan. Esto resulta irónico tomando en cuenta como estudios indican que una de las profesiones con más altos niveles de estrés (y esto era pre pandemia), es la profesión médica, dentistas incluidos.  

En ocasiones los encargados de recibir a los pacientes en las oficinas y hospitales ayudan a bajar los niveles de estrés en las oficinas médicas convirtiéndose en una especie de filtro emocional. Pero otras veces pueden convertirse más bien en una pared fría ante la cual el paciente puede sentirse intimidado. Agraciadamente, en mi experiencia, estos son los menos.  Pero de que los hay los hay.  

Y uno entiende el nivel de estrés y las emociones difíciles con las cuales hay que trabajar en las oficinas médicas. Muchos profesionales en estos momentos están sufriendo de “burnout” o quemazón emocional y profesional ante los retos que está representando esta pandemia que se niega a soltarnos. Y a muchas personas se les olvida que estas personas también son seres humanos, con sus propias situaciones personales y emocionales sumadas a la difícil responsabilidad de cuidar por la salud de sus pacientes y tomar las mejores decisiones. 

Por esta razón hoy le hablo a los pacientes, pidiéndoles un poco más de eso, de paciencia, para poder ponerse en la situación de aquellos que los atienden en las oficinas médicas, desde recepcionistas hasta médicos. Pero también le hablo a los médicos y el personal de las oficinas y hospitales.  Es imposible ser empáticos y compasivos si estamos quemados y/o estresados.  Por definición, la empatía es la capacidad de ver a través de los ojos del otro, en este caso el paciente que muchas veces llega con miedos, inseguridades y ansiedad. La persona que está “quemada” es incapaz de reconocer esto y generalmente se proyecta como desconectada, molesta y en ocasiones, hasta un poco ruda. Todo esto es el resultado de no estar “presente” mentalmente con ese paciente; de que su mente está en otras cosas; de que no puede conectarse. Y si no puedes conectarte, no puedes practicar la empatía.  

El gran reto está en reconocer cuando nos estamos sintiendo así, cuando nos tenemos que levantar del escritorio, dar una vuelta, ir al baño o a algún lugar a respirar, a soltar, y bajar revoluciones. Un buen mantra o frase de poder para estos momentos es “Hoy hago la diferencia en la vida de mis pacientes.”  La mente es poderosa y centrarnos para poder seguir adelante, siempre funciona.  

Siempre va a haber días más difíciles que otros y pacientes, médicos, o empleados de oficinas médicas, más retantes que otros.  Pero seguimos viviendo un día a la vez, reconociendo como nos necesitamos todos, y buscando alternativas para regresar al momento presente, respirar y activarnos con esa compasión que siempre está ahí, latente, esperando a que te conectes con ella para dar lo mejor de ti. 

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