Motivación archivos - BeHealth https://www.behealthpr.com/tag/motivacion/ ¡Sé Sano! Sat, 20 Apr 2024 00:05:02 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5.3 https://www.behealthpr.com/wp-content/uploads/2020/04/cropped-BE-16-1-32x32.png Motivación archivos - BeHealth https://www.behealthpr.com/tag/motivacion/ 32 32 Esa vocecita que nos roba valor… https://www.behealthpr.com/esa-vocecita-que-nos-roba-valor/ https://www.behealthpr.com/esa-vocecita-que-nos-roba-valor/#respond Sun, 21 Apr 2024 08:00:44 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=64631 Yo fui una niña muy asertiva durante mis años escolares. No solo era buena estudiante, sino que pertenecía a cuanta organización estudiantil había. Ya en la intermedia estaba haciendo discursos frente a toda la escuela para que votaran por mi como secretaria o tesorera del Consejo de Estudiantes y posteriormente para presidenta de la clase. …

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Yo fui una niña muy asertiva durante mis años escolares. No solo era buena estudiante, sino que pertenecía a cuanta organización estudiantil había. Ya en la intermedia estaba haciendo discursos frente a toda la escuela para que votaran por mi como secretaria o tesorera del Consejo de Estudiantes y posteriormente para presidenta de la clase. Nunca fui tímida, y siempre un poco atrevida. Era un ambiente en el cual me sentía como pez en el agua. 

Pero ya cuando llegué a la universidad la cosa cambió. Fui a una institución sumamente competitiva en los EU, y rápidamente me di cuenta que las compañeras que me rodeaban (era un colegio de mujeres), eran brillantes. Yo estoy segura de que entré por cuota de minorías, porque como puertorriqueña representaba a una población latina. Tuve que quemarme las pestañas estudiando, por primera vez en mi vida, para poder sobrevivir. Y aunque lo logré, esa fue la primera ocasión en que sentí que no pertenecía, que había llegado allí por suerte, y que no tenía lo que se necesitaba para poder tener éxito. 

Y ese sentimiento continuó conmigo, y les tengo que confesar que todavía me sorprende de vez en cuando a través de estos cuarenta años de vida profesional en los medios. Comencé en los medios de comunicación como asistente de producción en uno de los principales noticiarios del país, en un momento en el cual todavía podía hacerlo sin haber estudiado periodismo.  Llegué porque alguien me dio la mano en un momento en que necesitaba trabajo.  Claro, me fajé, me convertí en una esponja, y aprendí de todos los grandes compañeros, periodistas veteranos,  que tenía a mi alrededor.  Y así logré pasar de producción a estar frente a las cámaras como reportera. Pero no sentía que pertenecía, y me preguntaba cómo había llegado allí. 

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Lo mismo me ocurrió cuando comencé a escribir una columna de autoayuda y motivación; cuando publiqué mi primer libro (ahora ya son ocho), y cada vez que hago una obra de teatro o stand-up comedy. No fue hasta hace poco tiempo que leí algo que describía exactamente cómo me he sentido durante muchos años. Se conoce como “El síndrome del impostor” y se define como el miedo a que los demás se den cuenta que no eres tan buena como algunos creen; el que tiendas a atribuir tu éxito a “suerte” más que a esfuerzo; y a que le restes valor a los logros que has tenido. La ansiedad que resulta de sentirse así, de sentirse una “impostora” a pesar del éxito, nos drena y nos evita disfrutar el proceso. 

Tengo que confesar que he mejorado mucho, y he aprendido a validarme, y a restarle importancia a lo que los demás piensen o dejen de pensar de mí.  Este cambio de perspectiva lo he trabajado de diferentes maneras, entre ellas, la terapia, el autoconocimiento que ha resultado de mi práctica espiritual, el saber escuchar a las personas correctas, y, sobre todo, confiando en la experiencia y capacidad que uno va adquiriendo con la edad. De algo tiene que servir ponerse más viejo.  

Con el tiempo te vas percatando de aquello que sabes manejar; reconoces mejor tus fortalezas y tus debilidades; te dejas de comparar con otros; y le bajas el volumen a esa vocecita que todavía de vez en cuando aparece por ahí buscando restarte valor y méritos.

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Este año, celebrando mis cuatro décadas en los medios, todavía en ocasiones me preguntó cómo he llegado a donde estoy, y cómo he logrado el respeto, no solo del público, sino más difícil aún, de los colegas en las diferentes áreas de las comunicaciones en las cuales laboro. Pero en vez de tratar de responder a esas preguntas, me enfoco en agradecer la oportunidad que me ha dado la vida de encontrar, a través de la comunicación, mi voz y mi propósito.  Eso es, para mí, lo que verdaderamente hace a una persona exitosa, el poder trabajar en lo que es su propósito. Sonrío, agradezco, y sigo aprendiendo, esperando poder llegar a celebrar mis cincuenta años como comunicadora todavía disfrutándome lo que hago.   

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¿Inteligencia de qué? https://www.behealthpr.com/inteligencia-de-que/ Sat, 03 Jun 2023 12:00:00 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=50705 En una comedia teatral que estoy realizando en estos días hablo un poco sobre cómo mientras más atraídos sexualmente nos sentimos hacia alguien, más se reduce nuestro coeficiente intelectual o IQ. Y es que no es secreto para nadie, digo, un poco en broma, pero también en serio, cómo nuestra mente racional se nubla ante …

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En una comedia teatral que estoy realizando en estos días hablo un poco sobre cómo mientras más atraídos sexualmente nos sentimos hacia alguien, más se reduce nuestro coeficiente intelectual o IQ. Y es que no es secreto para nadie, digo, un poco en broma, pero también en serio, cómo nuestra mente racional se nubla ante el enamoramiento, convirtiéndonos de alguna forma en morones emocionales. Y le puede ocurrir hasta a los más brillantes.

Lo cierto es que el coeficiente intelectual mide nuestro nivel de inteligencia racional, o capacidad de razonar y resolver problemas. Se supone que es una característica con la cual nacemos y que permanece constante durante toda nuestra vida. Podemos crecer en conocimientos, estudiar, etc., pero el coeficiente de inteligencia siempre permanece igual. Hubo un momento en que todo se basaba o giraba alrededor de ese tipo de inteligencia. Durante mucho tiempo se creyó que la clave del éxito de cualquier persona estaba en su coeficiente intelectual y los grados académicos que podía obtener. Pero eso cambió hace muchos años, ante el descubrimiento de que existen muchos tipos de inteligencia, y el IQ solo mide una de ellas. Entre esos tipos de inteligencia está la que yo considero la más importante de todas: la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional se define como la habilidad de entender y manejar nuestras emociones mientras que, a la misma vez, reconocemos e influenciamos las de los demás. El concepto nació para la década del 1990, pero fue popularizado más tarde por el psicólogo Daniel Goleman, quien ha escrito ampliamente sobre el tema.

Estudios indican que el coeficiente intelectual que mide esa inteligencia de “resolver y entender”, es responsable de solo del veinte por ciento de la felicidad de un ser humano. El restante ochenta por ciento es el resultado de la inteligencia emocional. Y por suerte, esta inteligencia sí puede desarrollarse y fortalecerse durante toda la vida, a diferencia de la otra, que permanece estática. ¿Cuáles son algunas de las características de una persona emocionalmente inteligente? Las más importantes serían:

  • Autoconocimiento: se define como la capacidad de reconocer y entender nuestras emociones y cómo afectan nuestra vida y a los que nos rodean.
  • Autocontrol: la capacidad de poder controlar nuestras respuestas, de saber inhalar y exhalar, y pensar antes de actuar.
  • Motivación: la habilidad de aspirar a más, de tener metas y de desarrollar la resiliencia cuando las cosas no salen como esperamos.
  • Empatía: la capacidad de entender las emociones o puntos de vista de otros, viendo las cosas desde sus perspectivas aún cuando no estemos de acuerdo.
  • Destrezas sociales: capacidad de trabajar en equipo, de motivar a otros y de comunicarnos saludablemente y escuchar en apertura.

Todos conocemos personas intelectualmente brillantes y muy capaces en su área de “expertise”, pero que de seguro se colgarían en un examen de inteligencia emocional. Aunque sí hay pruebas que pueden medir la inteligencia emocional, para este tipo de inteligencia no existe un examen como el del coeficiente intelectual. Lo que nos evalúa verdaderamente en esa área es el día a día, la vida, y las circunstancias a las cuales nos enfrentamos y cómo reaccionamos a ellas. ¿Cómo convertirnos en personas más emocionalmente inteligentes? Es obvio que el primer paso para desarrollar esas características es el “mindfulness” o capacidad de estar presentes con lo que está ocurriendo afuera y lo que estamos pensando y sintiendo por dentro. El autoconocimiento y el autocontrol son imposibles si no conoces tus motivaciones, eso que empuja tus acciones.

¿Quieres ser más feliz? Comienza a fortalecer y desarrollar tu inteligencia emocional. Observa cómo te sientes, lo que sale de tu boca y cómo te comportas en momentos de estrés y tensión. Toma responsabilidad por tus acciones cuando cometes un error, y pide excusas si has afectado a otros. Celebra todo lo positivo que logres, y ten paciencia contigo, la inteligencia emocional nace de hábitos que toman tiempo. Busca ayuda si la necesitas, porque a veces un apoyo externo puede ayudarnos a ver con más claridad aquello que nos está atrasando emocionalmente.

Recuerdo que me hicieron una prueba de IQ cuando tenía cuatro años y aparentemente salí con un coeficiente intelectual bastante alto. Mi abuelo guardó el resultado de esa prueba toda su vida y a cada rato lo sacaba para, orgullosamente, enseñárselo a algún amigo. Y lo hizo por mucho tiempo, inclusive ya siendo adulta. Me pregunto qué pensaría hoy de las metidas de pata que he dado en la vida. Espero, sin embargo, que donde quiera que esté se sienta orgulloso de lo mucho que he crecido emocionalmente.

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