Síndrome del impostor archivos - BeHealth https://www.behealthpr.com/tag/sindrome-del-impostor/ Tu conexión con la salud Fri, 27 Dec 2024 17:21:17 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.1 https://www.behealthpr.com/wp-content/uploads/2020/04/cropped-BE-16-1-32x32.png Síndrome del impostor archivos - BeHealth https://www.behealthpr.com/tag/sindrome-del-impostor/ 32 32 Qué pueden hacer las empresas contra el síndrome del impostor en el ámbito laboral https://www.behealthpr.com/que-pueden-hacer-las-empresas-contra-el-sindrome-del-impostor-en-el-ambito-laboral/ Fri, 27 Dec 2024 17:19:47 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=78899 Imagina levantarte cada día con la sensación de que todo lo que has logrado es pura suerte, que en cualquier momento alguien descubrirá que no eres tan bueno como creen. Eso es lo que siente alguien que padece el síndrome del impostor. Es una lucha silenciosa que, aunque no siempre se ve, afecta a millones …

La entrada Qué pueden hacer las empresas contra el síndrome del impostor en el ámbito laboral se publicó primero en BeHealth.

]]>
Imagina levantarte cada día con la sensación de que todo lo que has logrado es pura suerte, que en cualquier momento alguien descubrirá que no eres tan bueno como creen. Eso es lo que siente alguien que padece el síndrome del impostor. Es una lucha silenciosa que, aunque no siempre se ve, afecta a millones de trabajadores y puede tener un impacto devastador tanto en su bienestar como en el éxito de una empresa.

El síndrome del impostor, definido en 1978 por Pauline Clance y Suzanne Imes, no distingue edades, géneros ni niveles profesionales. Afecta especialmente a personas altamente exigentes, brillantes estudiantes, mujeres y minorías en entornos competitivos. Según Affor Health, el 80% de las personas lo han experimentado alguna vez, y el ámbito laboral suele ser el escenario donde más se manifiesta.

El impacto del síndrome del impostor en el trabajo

En un equipo de trabajo, el síndrome del impostor puede parecer invisible, pero sus consecuencias son profundas:

  • Inseguridad constante: Aunque sean competentes, los trabajadores dudan de sí mismos, lo que les impide asumir nuevos retos o roles de liderazgo.
  • Exceso de perfeccionismo: Muchas veces, esta autocrítica los lleva a trabajar más horas de las necesarias y a sentirse agotados.
  • Falta de colaboración: El miedo a “no estar a la altura” frena la confianza y dificulta el trabajo en equipo.

Y esto no solo afecta a la persona que lo padece. Un empleado que duda de sus capacidades puede frenar el ritmo de todo el equipo, generar tensiones y, a largo plazo, disminuir la productividad. Si las empresas no toman medidas, este problema silencioso puede convertirse en un obstáculo significativo.

Lee más: Oficinas abiertas: ¿fomentan la colaboración o el estrés laboral?

¿Cómo pueden las empresas marcar la diferencia?

Superar el síndrome del impostor no es solo tarea del individuo. Las empresas tienen un papel fundamental para crear un entorno donde sus empleados puedan sentirse seguros, valorados y capaces de dar lo mejor de sí mismos. Estas son algunas estrategias que pueden marcar la diferencia:

1. Reconocer y celebrar los logros

Todos necesitamos, de vez en cuando, un recordatorio de que estamos haciendo las cosas bien. Reconocer el esfuerzo y los logros de los empleados, no solo con palabras sino también con acciones, refuerza la confianza en sí mismos y los motiva a seguir creciendo.

2. Crear un entorno de confianza y colaboración

Un ambiente laboral saludable no debería fomentar la competencia tóxica, sino la cooperación. Cuando los empleados saben que pueden contar con sus compañeros y líderes, el miedo al error disminuye y se atreven a dar pasos más grandes.

3. Facilitar apoyo psicológico

Hablar de salud mental en el trabajo ya no es un tabú, y no debería serlo. Ofrecer asesoría psicológica o recursos de bienestar no solo ayuda a quienes enfrentan el síndrome del impostor, sino que crea una cultura de cuidado donde todos se sienten respaldados.

4. Fomentar el aprendizaje continuo

Equivocarse no es fracasar, es aprender. Invertir en la formación y en el desarrollo de habilidades blandas como la resiliencia, la gestión del estrés y la toma de decisiones puede ser un punto de inflexión para los empleados. Saber que tienen espacio para crecer sin miedo al error les da la confianza para enfrentar desafíos.

Más que una solución, una oportunidad

Cuando las empresas adoptan estas medidas, los beneficios van más allá de solucionar un problema puntual. Mejoran el ambiente laboral, fortalecen las relaciones entre los equipos y, lo más importante, hacen que las personas se sientan valoradas. Como dice Yunue Cárdenas, de Affor Health: “Un entorno de trabajo positivo no solo ayuda a prevenir el síndrome del impostor, sino que también atrae el mejor talento y garantiza la sostenibilidad de la empresa a largo plazo”.

El síndrome del impostor puede ser un enemigo silencioso en el mundo laboral, pero no tiene por qué serlo. Las empresas tienen el poder de transformar esta inseguridad en una oportunidad para crecer, tanto a nivel individual como colectivo. Porque, al final, un equipo que cree en sí mismo es el motor que lleva a cualquier organización al éxito. ¿Y qué mejor inversión que confiar en las personas que hacen posible todo?

Te puede interesar: El estrés laboral y su impacto en la salud cardiovascular: ¿Morir por trabajo?

La entrada Qué pueden hacer las empresas contra el síndrome del impostor en el ámbito laboral se publicó primero en BeHealth.

]]>
Esa vocecita que nos roba valor… https://www.behealthpr.com/esa-vocecita-que-nos-roba-valor/ Sun, 21 Apr 2024 08:00:44 +0000 https://www.behealthpr.com/?p=64631 Yo fui una niña muy asertiva durante mis años escolares. No solo era buena estudiante, sino que pertenecía a cuanta organización estudiantil había. Ya en la intermedia estaba haciendo discursos frente a toda la escuela para que votaran por mi como secretaria o tesorera del Consejo de Estudiantes y posteriormente para presidenta de la clase. …

La entrada Esa vocecita que nos roba valor… se publicó primero en BeHealth.

]]>
Yo fui una niña muy asertiva durante mis años escolares. No solo era buena estudiante, sino que pertenecía a cuanta organización estudiantil había. Ya en la intermedia estaba haciendo discursos frente a toda la escuela para que votaran por mi como secretaria o tesorera del Consejo de Estudiantes y posteriormente para presidenta de la clase. Nunca fui tímida, y siempre un poco atrevida. Era un ambiente en el cual me sentía como pez en el agua. 

Pero ya cuando llegué a la universidad la cosa cambió. Fui a una institución sumamente competitiva en los EU, y rápidamente me di cuenta que las compañeras que me rodeaban (era un colegio de mujeres), eran brillantes. Yo estoy segura de que entré por cuota de minorías, porque como puertorriqueña representaba a una población latina. Tuve que quemarme las pestañas estudiando, por primera vez en mi vida, para poder sobrevivir. Y aunque lo logré, esa fue la primera ocasión en que sentí que no pertenecía, que había llegado allí por suerte, y que no tenía lo que se necesitaba para poder tener éxito. 

Y ese sentimiento continuó conmigo, y les tengo que confesar que todavía me sorprende de vez en cuando a través de estos cuarenta años de vida profesional en los medios. Comencé en los medios de comunicación como asistente de producción en uno de los principales noticiarios del país, en un momento en el cual todavía podía hacerlo sin haber estudiado periodismo.  Llegué porque alguien me dio la mano en un momento en que necesitaba trabajo.  Claro, me fajé, me convertí en una esponja, y aprendí de todos los grandes compañeros, periodistas veteranos,  que tenía a mi alrededor.  Y así logré pasar de producción a estar frente a las cámaras como reportera. Pero no sentía que pertenecía, y me preguntaba cómo había llegado allí. 

Lee también: Gracias a la vida…

Lo mismo me ocurrió cuando comencé a escribir una columna de autoayuda y motivación; cuando publiqué mi primer libro (ahora ya son ocho), y cada vez que hago una obra de teatro o stand-up comedy. No fue hasta hace poco tiempo que leí algo que describía exactamente cómo me he sentido durante muchos años. Se conoce como “El síndrome del impostor” y se define como el miedo a que los demás se den cuenta que no eres tan buena como algunos creen; el que tiendas a atribuir tu éxito a “suerte” más que a esfuerzo; y a que le restes valor a los logros que has tenido. La ansiedad que resulta de sentirse así, de sentirse una “impostora” a pesar del éxito, nos drena y nos evita disfrutar el proceso. 

Tengo que confesar que he mejorado mucho, y he aprendido a validarme, y a restarle importancia a lo que los demás piensen o dejen de pensar de mí.  Este cambio de perspectiva lo he trabajado de diferentes maneras, entre ellas, la terapia, el autoconocimiento que ha resultado de mi práctica espiritual, el saber escuchar a las personas correctas, y, sobre todo, confiando en la experiencia y capacidad que uno va adquiriendo con la edad. De algo tiene que servir ponerse más viejo.  

Con el tiempo te vas percatando de aquello que sabes manejar; reconoces mejor tus fortalezas y tus debilidades; te dejas de comparar con otros; y le bajas el volumen a esa vocecita que todavía de vez en cuando aparece por ahí buscando restarte valor y méritos.

Te puede gustar leer: Suelta el miedo al cambio
 

Este año, celebrando mis cuatro décadas en los medios, todavía en ocasiones me preguntó cómo he llegado a donde estoy, y cómo he logrado el respeto, no solo del público, sino más difícil aún, de los colegas en las diferentes áreas de las comunicaciones en las cuales laboro. Pero en vez de tratar de responder a esas preguntas, me enfoco en agradecer la oportunidad que me ha dado la vida de encontrar, a través de la comunicación, mi voz y mi propósito.  Eso es, para mí, lo que verdaderamente hace a una persona exitosa, el poder trabajar en lo que es su propósito. Sonrío, agradezco, y sigo aprendiendo, esperando poder llegar a celebrar mis cincuenta años como comunicadora todavía disfrutándome lo que hago.   

La entrada Esa vocecita que nos roba valor… se publicó primero en BeHealth.

]]>