Hoy comparto una historia de la tradición espiritual budista que me ayudó a entender un poco mejor la naturaleza humana. Cuentan de un monje que vio a un escorpión ahogándose en una quebrada y decidió sacarlo del agua. Cuando intentó salvarlo, el escorpión lo picó. El monje sintió tanto dolor que soltó al animal, el cual volvió a caer en el agua y comenzó a ahogarse de nuevo.
El maestro trató nuevamente de sacar al escorpión del agua, pero éste volvió a picarlo. Uno de sus discípulos observaba confundido lo que estaba ocurriendo, y le preguntó: “Perdóneme Maestro, pero ¿por qué continúa intentando salvarlo? ¿No entiende que cada vez que lo haga el escorpión lo va a picar?”.
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Y el maestro le respondió lo siguiente: “La naturaleza del escorpión es picar para defenderse y eso no va a cambiar mi naturaleza, que es ayudarlo”. Entonces el monje buscó una hoja que sostuviera el peso del escorpión, y con ayuda de esta pudo sacarlo del agua y salvarle la vida. De inmediato se dirigió a su joven discípulo con estas palabras: “No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño, solo sé precavido, porque generalmente la gente pocas veces agradece la ayuda que les das. Pero esa no debe ser razón para que dejes de hacer el bien y abandones la compasión que es tu verdadera naturaleza”.
¡Toma! Otra bofetada cósmica que se convierte en una gran lección. ¿Cuántas veces dejamos de hacer cosas por otros, inclusive hasta decir “buen provecho” o “buenos días” porque nadie agradece o responde? Lo cierto es que las buenas acciones, las palabras de apoyo y aliento, pueden estar dirigidas a otros, pero en realidad son para nosotros. Son lo que nos recuerda nuestra verdadera naturaleza, quienes somos realmente: seres de luz…seres de compasión…seres de amor.
Claro, es mucho más fácil permitir que los demás ganen, y nos roben las ganas de ayudar o servir. El problema es que entonces los “malos” ganan, porque no solo nos hacen daño, sino que nos van convirtiendo en seres cínicos y negativos que piensan que hacer el bien no vale la pena. De la misma forma que el escorpión ataca porque está en su naturaleza defenderse de todo aquello que percibe como una amenaza, las personas que nos atacan, nos ignoran, o nos critican también nos ven como amenaza.
Hay quienes no saben recibir ayuda porque no tienen idea de cómo abrirse a la generosidad. Las razones pueden ser muchas. Tal vez no conocieron esa solidaridad a través de su crianza y es algo totalmente ajeno para ellos, ante lo cual no saben cómo responder. Es posible que puedan pensar que, al intentar aliviarles sus cargas, los estamos viendo como menos. El orgullo se convierte, entonces, en un obstáculo a la hora de apreciar la generosidad de otros. Pero eso es problema de ellos, no mío.
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En las enseñanzas budistas existe un término conocido como “métodos hábiles”. El mismo se refiere a la capacidad que tienen los maestros de adaptar la enseñanza al discípulo, de entender que cada ser humano reconoce las lecciones de vida de acuerdo con el cristal a través del cual las ve. En vez de frustrarse y tirar la toalla, el maestro busca un “método hábil” para que la enseñanza llegue. El monje utilizó una hoja para salvar al escorpión. De la misma forma, nosotros podemos intentar encontrar “métodos hábiles” para ayudar a otros de una manera que puedan aceptarlo en vez de rechazarnos y atacar. No es fácil, porque conlleva soltar las expectativas y ponernos creativos.
Pero el esfuerzo vale la pena cuando nuestra motivación es el servicio. Porque la alternativa sería darnos por vencidos y permitir que otros se ahoguen. Si bien es cierto que no podemos salvar a todo el mundo, por lo menos podemos intentarlo. No te desconectes jamás de tu naturaleza compasiva porque hacerlo es morir en vida. Que ningún escorpión te haga olvidar esta verdad.