Por: Colegio de Trabajo Social de PR
Ejercer una paternidad responsable en el mundo de hoy implica superar varios retos. Las exigencias laborales, los estereotipos de género y la falta de modelos afectivos en generaciones anteriores dificultan que muchos hombres puedan asumir una participación plena en la crianza. A esto se suman la presión económica, la escasa conciliación entre el trabajo y la vida familiar, y los estigmas que todavía persisten cuando los padres se involucran activamente en tareas de cuidado.
Aún con estas barreras, cada vez más hombres están dispuestos a cambiar esta realidad y apostar por una paternidad activa que no solo mejora el vínculo con hijas e hijos, sino que también tiene un impacto profundo en su desarrollo emocional, educativo y social.
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Una paternidad activa
Frente a este panorama, se vuelve urgente promover una paternidad más activa y corresponsable, que no se limite a lo económico, sino que abarque el compromiso afectivo, educativo y cotidiano en la vida de niñas y niños.
Diversos estudios han demostrado que cuando los padres asumen un rol activo en la crianza, se produce un impacto significativo y positivo en múltiples aspectos del desarrollo infantil. El informe Paternidad activa: La participación de los hombres en la crianza y los cuidados, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), destaca que esta implicación paterna fortalece los vínculos afectivos, promueve la equidad desde edades tempranas y deja huellas duraderas en la vida adulta de hijas e hijos.
Los varones, por ejemplo, tienden a reproducir relaciones más igualitarias, mientras que las niñas desarrollan mayor confianza, autonomía y empoderamiento.
Recomendaciones
Adoptar una actitud activa en la crianza es una forma concreta de transformar patrones tradicionales y construir relaciones familiares más saludables. Aquí compartimos algunas sugerencias prácticas:
- Desde el inicio: participa activamente desde el embarazo. Tu presencia desde los primeros momentos fortalece el vínculo con tu hija o hijo.
- Cuidados cotidianos: involúcrate en rutinas como el baño, alimentación, juegos, tareas escolares, paseos y descanso. Estas acciones simples crean conexión y confianza.
- Salud y bienestar: acompaña en visitas médicas, pendientes del calendario de vacunas y ante cualquier señal física o emocional que requiera atención.
- Educación comprometida: apoya con las tareas escolares y participa en reuniones con docentes. Fomenta intereses en artes, deportes y otras actividades extracurriculares.
- Escucha y diálogo: observa sus emociones, intereses y necesidades. Conversa con empatía y apertura. La comunicación afectiva es clave para su bienestar emocional.
- Calidad de tiempo: si trabajas largas jornadas, haz del tiempo compartido uno de calidad. Evita distracciones y prioriza actividades significativas juntos.
- Si no convives con tu hijo o hija: asegura tiempo regular y de calidad, y cumple con las responsabilidades económicas necesarias para su desarrollo.
- Educación sexual y emocional: aborda estos temas sin tabúes, promoviendo relaciones basadas en el respeto y la igualdad de género.
- Disciplina respetuosa: la autoridad no debe estar reñida con el afecto. Establece límites con claridad, respeto y sin violencia.
Paternidad no es ayuda, es corresponsabilidad
Ser padre no significa “ayudar” a la madre; es asumir un rol igual en derechos y deberes. La paternidad activa es un ejercicio cotidiano que transforma vidas: las de tus hijos e hijas, la tuya y la de tu entorno.
Vívela plenamente, con presencia, amor y compromiso.
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