Autismo en EE.UU.: 1 de cada 31 niños lo padece, según nuevas cifras del CDC
Casi uno de cada 31 niños de 8 años ha sido diagnosticado con autismo en Estados Unidos. Así lo reporta el más reciente informe del Autism and Developmental Disabilities Monitoring Network (ADDM), publicado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), con datos correspondientes al año 2022.
El informe indica que la prevalencia nacional de TEA en niños de esa edad alcanzó los 32.2 casos por cada 1,000, un aumento significativo que refleja una mayor conciencia, pero también evidencia serias disparidades en la atención.
Diferencias por Estado: ¿Por qué hay tanta variabilidad?
Los datos muestran contrastes notables según la ubicación geográfica. California reportó la tasa más alta, con 53.1 por cada 1,000 niños, mientras que Laredo, Texas, tuvo la más baja, con apenas 9.7 por cada 1,000. Esta brecha sugiere que el lugar donde vive un niño influye considerablemente en sus posibilidades de recibir un diagnóstico oportuno.
“La disparidad entre estados no solo refleja diferencias en políticas de salud o acceso a especialistas, sino también en el uso de herramientas diagnósticas y concienciación en las comunidades”, señala el informe.
Raza, etnia y discapacidad: Una doble desigualdad
El estudio también identificó diferencias significativas en la prevalencia según el origen racial y étnico. Los niños asiáticos o isleños del Pacífico, afroamericanos y nativos americanos mostraron tasas más altas de diagnóstico en comparación con niños blancos no hispanos.
Además, los niños afroamericanos y nativos americanos con TEA presentaron una mayor probabilidad de tener también una discapacidad intelectual asociada, lo cual plantea desafíos adicionales para las familias, educadores y proveedores de servicios de salud.
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Identificación temprana: Un avance positivo con matices
Una de las señales más alentadoras del informe es el aumento en el diagnóstico temprano. Los niños de 4 años nacidos en 2018 fueron diagnosticados con mayor frecuencia que los nacidos en 2014 cuando tenían la misma edad. Esta tendencia indica que los esfuerzos para detectar el TEA en edades más tempranas están comenzando a dar frutos.
Sin embargo, la pandemia de COVID-19 interrumpió servicios clave de salud y educación, especialmente para la cohorte nacida en 2014. Esta interrupción provocó retrasos en la identificación, lo que podría tener consecuencias a largo plazo en el desarrollo de estos niños.
Diagnóstico desigual: El caso de Puerto Rico vs. Nueva Jersey
Una de las diferencias más sorprendentes del informe es el uso dispar de pruebas diagnósticas formales. En Puerto Rico, el 93.5% de los niños diagnosticados con TEA fueron evaluados con herramientas específicas, mientras que en Nueva Jersey esta cifra fue de solo el 24.7%.
La falta de estandarización en los procesos de diagnóstico puede generar inequidades significativas en la atención.
“No se trata solo de diagnosticar, sino de diagnosticar bien y a tiempo”, señalan expertos del CDC en el informe.
Qué sigue: Un llamado urgente a la equidad
Cerca del 40% de los niños con TEA también tienen una discapacidad intelectual, lo que requiere intervenciones educativas y médicas aún más especializadas. En este contexto, los nuevos datos no solo deben servir para tomar conciencia del crecimiento del diagnóstico, sino como una guía para desarrollar políticas públicas más justas.
La equidad en el diagnóstico y tratamiento del TEA es clave para que ningún niño, sin importar su origen o lugar de residencia, quede rezagado. La detección temprana, el acceso a pruebas diagnósticas confiables y el apoyo continuodeben convertirse en prioridades de salud pública.
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