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Historias BeHealth

El regalo de una nueva oportunidad de vida para Carlos Merced

Cuando tienes la oportunidad de ver y hablar con personas que tienen una nueva oportunidad para seguir viviendo (en sus propias palabras) después un trasplante, que ves esperanza en los ojos de un ser humano que se beneficiará de un trasplante, y luego conozcas su historia, ya la donación no se convierte en un tema sino en algo real, en una forma de dar vida a alguien más.

Un pulmón nuevo puede convertir la respiración pesada en respiración fácil; un nuevo hígado o riñón puede purificar la sangre y eliminar los desechos del cuerpo; finalmente, una nueva córnea puede transformar la visión borrosa en una visión aguda.

La donación de órganos no solo tiene un efecto positivo en la vida de la persona que recibe el órgano; de hecho, también puede tener significado para la familia del donante. 

Así sucedió con Carlos Mercedes, a quien muchos puertorriqueños aprecian porque ha traído risas y felicidad a sus hogares desde su profesión como humorista y su gran temple como ser humano. Y es que Carlos, afortunadamente, ha sido una de estas personas que han tenido la posibilidad de una nueva oportunidad de vida.

Desde 1967, cuando se realizó un trasplante de corazón por primera vez, la medicina ha avanzado mucho en el campo de los trasplantes de órganos. El desarrollo de técnicas cada vez más efectivas ha permitido aplicar este método a gran escala para el tratamiento de patologías que de otro modo serían incurables. 

Con Carlos, todo comenzó con una enfermedad hepática mientras se desempeñaba como profesor de Español en una escuela intermedia y simultáneamente trabajaba en su carrera como actor.

Recién diagnosticado con diabetes los doctores le dieron la noticia de que requeriría un trasplante de hígado. “Todo fue una sorpresa”, refirió Carlos en su entrevista.

Fueron muchos los esfuerzos para salir adelante, sin embargo, inevitablemente la situación se agravó:

“Ya no había alternativa para mí, lo único que me podía salvar la vida era un trasplante”.

Para Carlos no fue fácil aceptarlo, según sus propias palabras sentía negación por la situación que atravesaba y no vislumbraba la idea de que su felicidad, su oportunidad de vida dependiera de la angustia o la muerte de alguien más:

“¿Cómo mi alegría va a ser la tristeza de otro?”, se repetía hasta que lo comprendió:

“Tienes que verlo como que la familia de esa persona fallecida decidió hacerte un regalo de amor”.

Así aceptó Carlos el reto y realizó los estudios correspondientes para inscribirse para la lista de espera.

“Mi hija tenía 14 años y por mi mente lo que pasaba era ‘qué va a pasar con mi hija, qué va a pasar con mi esposa ‘, porque el paciente que está sufriendo la condición no piensa en él sino en lo que sucederá con los que se quedan”.

El proceso no fue para nada fácil, su cuerpo se encontraba cada vez más fatigado, sus piernas se inflamaban y le provocaba úlceras y ampollas; y la retención de líquidos en el área abdominal era tan frecuente que, cada tres días, debían extraerlo. No obstante, Carlos continuaba trabajando.

Estando hospitalizado por su situación de salud recibió una llamada telefónica de alguien que le hablaba en español. Según nos cuenta, creyó que era una broma porque esa voz le decía que su momento había llegado y que había un hígado para él.

Afortunadamente, el órgano fue 100% compatible con él y la cirugía fue un éxito. Tanto así que Carlos lleva 10 años ya con el nuevo hígado.

Pero hace poco más de un año, el actor tuvo una nueva recaída y le diagnosticaron fallo renal. Entonces necesitaría recibir diálisis, el inicio de una nueva etapa en su vida:

“Cuando escuché la palabra diálisis me impacté”. Y es que se trata de un tratamiento que impacta muchísimo en la vida del paciente debido a las extensas jornadas que deben permanecer recibiendo la terapia: 4 horas, tres veces a la semana.

Sin embargo, recuerda esta etapa como un momento donde pudo conocer a nuevas personas: “conocí gente buena, ese tiempo que estuve ahí fue de crecimiento espiritual, hice muchas amistades”.

Después de dos años en diálisis su tiempo poco a poco se agotaba, pero la segunda llamada más importante de sui vida llegaría.

El gesto de amor de un matrimonio que había recién perdido a su hijo permitió que Carlos tuviera una nueva oportunidad. Según ellos le contaron a Carlos, su hijo, en vida quería donar uno de sus riñones a un amigo con condición renal y eso los impulsó a donar, no solo a ese amigo sino también a seis personas más, incluido Carlos.

“Ellos dieron mi nombre, yo estaba duchándome, suena el teléfono y era la coordinadora de trasplante que me dijo: ‘No es seguro, pero, ¿aceptarías? ‘”

La respuesta no se hizo esperar: sería para él una nueva oportunidad donde podría permanecer y disfrutar de su familia. Agradecido, decidió comunicarse con los padres del donante, un momento demasiado conmovedor, donde, a pesar del dolor por la pérdida, se dio lugar a la alegría de saber que alguien recibiría vida gracias a su gesto:

“Logré comunicarme con el padre del niño. Él, en medio de su llanto y dolor me dice yo sé que eres una persona alegre y buena; nosotros queremos donarte el riñón de nuestro hijo”.

Afortunadamente, el órgano era compatible con Carlos, quien aún recuerda los gritos de alegría en medio del llanto de esos padres que celebraban la posibilidad de que los órganos de su hijo permitieran dar vida a alguien más.

“Me dijeron unas palabras que siempre me emocionan: ‘Usted es una persona alegre, de buen corazón, hasta parecido a nuestro hijo; nosotros queremos que la risa de nuestro hijo se mantenga con usted y sabemos que usted se va a encargar de mantenerla viva.’

Su mensaje sobre la donación de órganos es claro y demuestra el profundo agradecimiento por su vida:

«La donación de órganos es una bendición;  a través de la misma se pueden salvar muchas vidas, viviré eternamente agradecido con Dios y esta familia que tuvo ese detalle tan hermoso de regalarme vida».

Una vida que le ha permitido disfrutar y ver crecer a su nieta, acompañar unas nuevas Navidades a su familia: «Solo Dios hace este tipo de milagros; y en mi caso, el segundo milagro», confesó.

Actualmente, Carlos continúa su carrera como actor y precisa que en medio del dolor, la risa también lo salvó. También ha decidido escribir un libro donde narra su experiencia de vida con muchos toques de humor.

Finalmente, comparte su mensaje a todas las personas sobre este gesto de la donación:

«La gente que todavía no se ha registrado como donante, debe hacerlo ya porque, qué me iba a imaginar que esas personas que vieron ese video nos darían vida a mí y a seis personas más. Es algo tan hermoso, porque se puede donar no solo los órganos internos sino también el tejido. Cada uno de nosotros puede salvar vidas expresando su sí a la donación. La donación, en sus múltiples formas, es una expresión de reciprocidad y solidaridad».  

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