Durante una jornada educativa en CAI Conexión, la Lcda. Soed Figueroa, nutricionista, ofreció una charla práctica sobre cómo la alimentación influye directamente en nuestra salud. En especial, abordó el impacto que tiene una dieta antiinflamatoria en la prevención y manejo de enfermedades crónicas, autoinmunes y metabólicas. Su mensaje fue claro: comer bien no es una moda, es una forma real de sanar.
“Siempre digo que la nutrición es prevención”, afirmó, mientras compartía herramientas sencillas y desmentía mitos comunes sobre la comida que consumimos cada día.
¿Qué es la inflamación y cómo se relaciona con lo que comes?
“La inflamación no siempre es mala”, explicó. De hecho, es una respuesta natural del cuerpo frente a una lesión o infección. El problema aparece, de acuerdo con la doctora, cuando esta respuesta se vuelve crónica, silenciosa y constante, dañando tejidos y originando enfermedades como la artritis, la diabetes, la hipertensión o incluso algunos tipos de cáncer.
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¿Y qué tiene que ver esto con la comida? Mucho más de lo que solemos pensar. Alimentos como el pan blanco, los embutidos, las bebidas azucaradas y las grasas trans están directamente relacionados con este tipo de inflamación persistente.
“No se trata solo de lo que comemos, sino de cómo lo comemos y con qué frecuencia”, aclaró la nutricionista.
También habló del peligro de dejarnos llevar por el mercadeo: “No todo lo que dice ‘integral’ lo es. Hay que leer etiquetas y buscar alimentos que realmente nos aporten fibra, antioxidantes y grasas saludables”.
Comer con conciencia: claves de la dieta antiinflamatoria
La buena noticia es que también hay alimentos que ayudan al cuerpo a desinflamar. Figueroa enumeró algunos: frutas y vegetales de todos los colores, pescados ricos en omega-3 como el salmón y el atún, legumbres, cereales integrales, semillas, nueces y especias como la cúrcuma y el jengibre.
“La variedad de colores en el plato es clave, porque cada color aporta distintos antioxidantes que protegen nuestras células”, dijo.
Y no solo se trata de elegir bien, sino de preparar bien. “El pescado es excelente, pero si lo fríes o lo empanas, pierdes gran parte de sus beneficios. Lo ideal es cocinarlo al horno, a la plancha o al vapor”.
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También explicó cómo el aceite de oliva extra virgen puede tener un efecto antiinflamatorio tan potente como un ibuprofeno, gracias a un componente llamado oleocantal. Eso sí, sin excesos: “Una cucharada de aceite aporta muchas calorías, así que es mejor usarlo con moderación”.
Más allá del plato: hábitos para una vida menos inflamatoria
La alimentación es solo una parte del estilo de vida antiinflamatorio. Dormir bien, moverse regularmente y manejar el estrés también son fundamentales.
“A veces creemos que no podemos hacer ejercicio porque nos duelen las articulaciones, pero justamente ese dolor puede disminuir si empezamos poco a poco. Caminar 10 minutos después de cada comida ya es un buen comienzo”.
Además, animó a las personas a planificar sus comidas con tres preguntas clave: ¿qué voy a comer?, ¿cuándo lo voy a comer?, ¿y cuánto me voy a servir? Según ella, no se trata de dejar de comer arroz o pan, sino de cuidar las porciones y combinar bien los alimentos. Para cerrar, dejó una frase que se quedó resonando entre los asistentes:
“No existe mejor medicina que la alimentación, porque tiene resultados verdaderos, duraderos y es la forma más económica de sanar”.