Hablemos de la polimialgia reumática
Por: Yolanda López López MD MA
En 1888, el Dr. William Bruce describió por primera vez a pacientes con un cuadro clínico que denominó “gota reumática senil”. Casi siete décadas después, en 1957, el Dr. H. Stuart Barber propuso el término polimialgia reumática (PMR) al publicar en la revista Annals of the Rhaeumatic Diseases el artículo titulado Myalgic Syndrome with Constitutional Effects: Polymyalgia Rheumatica. En él, presentó observaciones clínicas de un grupo de pacientes atendidos en dos clínicas de reumatología y seguidos durante un periodo de seis años.
La polimialgia reumática (PMR) es una enfermedad inflamatoria que afecta principalmente a personas mayores de 50 años, con una edad promedio de aparición en torno a los 73 años. Es entre dos y tres veces más frecuente en mujeres que en hombres, y su incidencia aumenta con la edad. En los Estados Unidos, se estima una incidencia anual promedio de 52.5 casos por cada 100,000 personas mayores de 50 años. Es más común en personas caucásicas, especialmente aquellas de origen nórdico, en particular de los países escandinavos.
Un dato clínico relevante es que aproximadamente el 30 % de los pacientes con PMR pueden desarrollar una inflamación de las arterias conocida como arteritis temporal o arteritis de células gigantes.
Aunque la causa exacta de la PMR aún no ha sido determinada, los estudios genéticos han arrojado resultados inconsistentes. Se han investigado múltiples agentes infecciosos como posibles desencadenantes, entre ellos Mycoplasma pneumoniae, parvovirus B19, Chlamydia pneumoniae, adenovirus y el virus respiratorio sincitial. Además, se han documentado casos de PMR inducida por inhibidores de puntos de control inmunitario como ipilimumab, nivolumab y pembrolizumab, fármacos utilizados en el tratamiento del cáncer.
En cuanto a su fisiopatología, la PMR se considera el resultado de una respuesta inmunitaria anómala. Los síntomas se deben a la infiltración de células inmunes en los músculos y en el tejido periarticular.
Manifestaciones clínicas y diagnóstico
El síntoma principal de la polimialgia reumática (PMR) es el dolor acompañado de entumecimiento en el cuello, ambos hombros, caderas y muslos. Por ello, se describe como dolor en las cinturas escapular y pélvica. Los pacientes suelen reportar rigidez matutina que puede durar más de una hora. También pueden presentar fiebre, fatiga, pérdida del apetito y pérdida de peso. En algunos casos, el dolor inicia de forma unilateral y progresa hasta afectar ambos lados del cuerpo.
Si se presenta inflamación articular, esta suele ser asimétrica. Se han descrito casos en los que ocurre una inflamación difusa de las manos, similar a un guante, condición conocida como síndrome RS3PE (Remitting Seronegative Symmetrical Synovitis with Pitting Edema).
Es fundamental que el paciente describa con detalle todos sus síntomas y señale exactamente dónde se localiza el dolor, ya que esto orienta el diagnóstico clínico.
Diagnóstico clínico y pruebas complementarias
Tras la evaluación física, el médico solicitará análisis de laboratorio y estudios por imágenes con el objetivo de descartar otras condiciones que podrían presentar síntomas similares. A diferencia de otras enfermedades reumatológicas, la PMR no cuenta con una prueba diagnóstica específica en sangre.
El diagnóstico se apoya en la ausencia de otros marcadores inmunológicos y en la elevación de parámetros inflamatorios como la tasa de sedimentación eritrocitaria (VSG) y la proteína C reactiva de alta sensibilidad (hs-CRP).
Complicaciones: arteritis de células gigantes
Es vital reconocer los signos de una posible arteritis de células gigantes, una complicación seria asociada a la PMR. Los síntomas pueden incluir:
- Dolor en la sien al tacto
- Cansancio mandibular al masticar
- Visión doble o pérdida repentina de la visión
- Arterias temporales visibles o palpables
Estos hallazgos deben alertar al médico para actuar de forma inmediata.
Tratamiento
La PMR tiene tratamiento y, en la mayoría de los casos, responde bien. Los principales medicamentos utilizados son:
- Glucocorticoides (ej. prednisona): constituyen el tratamiento de primera línea desde hace décadas.
- Metotrexato: como terapia adyuvante en casos seleccionados.
- Sarilumab: anticuerpo monoclonal que ha mostrado beneficios en algunos estudios recientes.
Aunque los glucocorticoides suelen ser eficaces, su uso prolongado, incluso en dosis bajas, se asocia con efectos adversos como hipertensión, cataratas, diabetes y osteoporosis. Por ello, el objetivo del tratamiento es lograr la remisión clínica y suspender progresivamente el uso de esteroides.
En algunos pacientes, la enfermedad puede entrar en remisión total en uno o dos años, permitiendo retirar la medicación. Sin embargo, otros pueden presentar recaídas o evolucionar hacia arteritis de células gigantes, requiriendo un tratamiento más prolongado e individualizado.