Estrategias efectivas para proteger a los niños de virus
La prevención de virus en los niños es un tema que genera mucha confusión. Es común pensar que mantener a los niños limpios y evitar que jueguen al aire libre es suficiente para protegerlos de enfermedades, pero esto es solo uno de los muchos mitos que rodean la salud infantil. Para aclarar estas ideas erróneas y proporcionar información valiosa, hemos invitado a la Dra. Jennifer Benítez Martí, Pediatra en Entrenamiento del Puerto Rico Women and Children Hospital. En esta charla, la Dra. Benítez nos ofrecerá una guía integral sobre cómo prevenir las infecciones virales más comunes en los niños, basándose en la evidencia y las mejores prácticas.
¿Qué son los virus?
Antes de abordar las estrategias de prevención, es crucial entender qué son los virus y cómo afectan a nuestros niños. «Los virus son material genético, ya sea ADN o ARN, empaquetado en una cubierta de proteínas», explica la Dra. Benítez. Estos microorganismos necesitan entrar en nuestras células para poder reproducirse y propagarse. Aunque los virus pueden sobrevivir fuera del cuerpo humano por un tiempo limitado, ya sea en fluidos corporales o en superficies como mesas y picaportes, pueden causar una amplia gama de enfermedades. «Desde simples resfriados o gripes, comúnmente conocidas como ‘monga’, hasta enfermedades más complejas como el VIH, los virus son una amenaza constante para la salud infantil,» agrega la Dra. Benítez.
Es fundamental recordar que los antibióticos no son efectivos contra los virus, ya que están específicamente diseñados para combatir bacterias. «Por lo tanto, cuando nuestros niños tienen enfermedades virales, no se les deben administrar antibióticos,» advierte la Dra. Benítez. Aunque existen antivirales, estos medicamentos están destinados a tratar virus muy específicos y no son de uso general.
Virus comunes en niños
En los últimos meses, algunos de los virus más comunes que hemos observado incluyen el Virus Sincitial Respiratorio (VSR), la influenza A y B, el norovirus y, por supuesto, el COVID-19. «El VSR se presenta con mayor frecuencia en los niños más pequeños y causa síntomas como secreciones nasales, tos y congestión,» señala la Dra. Benítez. La influenza, por su parte, no solo provoca síntomas respiratorios similares, sino que también puede causar manifestaciones gastrointestinales, como náuseas, vómitos y diarrea. «El norovirus es conocido por sus efectos gastrointestinales, y el COVID-19, con el cual hemos estado lidiando por bastante tiempo, se manifiesta principalmente con síntomas respiratorios,» comenta.
Estrategias de prevención
Para prevenir estas infecciones virales, la Dra. Benítez nos ofrece varias recomendaciones basadas en su experiencia y en las mejores prácticas médicas. Una de las primeras medidas es mantener a los niños en casa si presentan síntomas como moqueo, fiebre o malestar general. «Es crucial que los niños no asistan a la escuela o guardería si están enfermos, ya que esto ayuda a evitar la propagación de virus a otros niños y adultos,» enfatiza la Dra. Benítez. Además, el uso de mascarillas y el mantenimiento del distanciamiento social son medidas importantes que han demostrado ser efectivas durante la pandemia de COVID-19 y continúan siendo relevantes para otras infecciones.
Otra estrategia clave para prevenir la propagación de virus es el lavado adecuado de manos. «El lavado de manos es una de las formas más efectivas de prevenir la transmisión de virus, pero debe hacerse correctamente,» advierte la Dra. Benítez. Es esencial enseñar a los niños a lavarse las manos en momentos clave, como después de jugar al aire libre, después de comer, después de usar el baño y después de tocar mascotas o animales. «Debemos asegurarnos de que los niños cubran todas las áreas de las manos con jabón, incluyendo el dorso, entre los dedos y debajo de las uñas, y que el proceso de enjabonado dure al menos 20 segundos,» explica. Una forma divertida de asegurarse de que los niños cumplan con este tiempo es cantar la canción de «Cumpleaños Feliz» dos veces mientras se lavan.
Para fomentar este hábito, la Dra. Benítez sugiere utilizar estrategias que motiven a los niños, como premiarlos con stickers cada vez que se laven las manos sin que se les recuerde. «Podemos hacer que esta actividad sea más atractiva utilizando jabones con aromas o colores que les gusten, o que tengan la imagen de sus personajes favoritos,» sugiere. Además, cantar canciones que les agraden durante el lavado puede convertir esta tarea en un juego interactivo y divertido.
Higiene en la escuela
Con el regreso a clases, es fundamental que los niños mantengan una buena higiene en la escuela. Aunque el desinfectante de manos no puede reemplazar el lavado con agua y jabón, «puede ser una opción útil en situaciones donde lavarse las manos frecuentemente es complicado,» dice la Dra. Benítez. Sin embargo, es importante que el desinfectante sea a base de al menos un 60% de alcohol para ser efectivo. «También debemos supervisar el uso de desinfectantes en niños menores de 6 años o aquellos con discapacidades intelectuales para evitar que lo ingieran accidentalmente o se lo apliquen en los ojos,» añade.
Además, es esencial educar a los niños para que eviten tocarse la cara después de haber tocado superficies contaminadas. «Este es un hábito difícil de inculcar, especialmente en los niños más pequeños que tienden a explorar el mundo a través del tacto y a menudo llevan objetos a la boca,» comenta la Dra. Benítez. «Sin embargo, es crucial enseñarles desde una edad temprana que, después de tocar algo sucio, deben lavarse las manos y evitar tocarse la cara o meterse cosas en la boca.» También es importante recordarles que no deben tocar las caras de sus compañeros, para reducir el riesgo de contagio de enfermedades.
Importancia del sueño y el juego al aire libre
Otro aspecto crucial en la prevención de enfermedades es la adopción de horarios de sueño y siestas consistentes. «El sueño es fundamental para un sistema inmunológico saludable,» explica la Dra. Benítez. «Durante la noche, nuestro cuerpo almacena energía que luego utiliza para combatir infecciones y virus, y también realiza procesos vitales de reparación.» Sin embargo, puede ser un desafío lograr que los niños hagan la transición de estar despiertos y jugando a acostarse a dormir. Para facilitar esta transición, es útil establecer una rutina tranquila y acogedora antes de acostarse.
La Dra. Benítez sugiere que los padres involucren a sus hijos en actividades que les ayuden a prepararse para dormir, como organizar sus juguetes o elegir un libro para leer antes de acostarse. «Darles un sentido de control sobre su rutina nocturna puede hacer que acepten más fácilmente la hora de dormir,» dice. Por ejemplo, permitirles elegir qué pijama ponerse o qué libro leer les da una sensación de participación en el proceso.
En cuanto a las horas de sueño recomendadas, estas varían según la edad del niño. «Los niños en edad preescolar deberían dormir entre 10 y 13 horas por noche, mientras que los escolares necesitan entre 9 y 12 horas, y los adolescentes de 13 a 18 años deberían dormir entre 8 y 10 horas por noche,» detalla la Dra. Benítez. «Un buen descanso no solo es esencial para la salud física, sino también para el bienestar emocional y cognitivo de los niños.»
Además, es importante que los niños tengan tiempo para jugar al aire libre, a pesar de la atracción por la tecnología. «El juego al aire libre no solo contribuye al desarrollo del sistema inmunológico, sino que también es esencial para su desarrollo emocional, social y mental en términos generales,» afirma la Dra. Benítez. «Es fundamental que fomentemos el juego al aire libre como parte de una rutina diaria saludable.»
Alimentación y consumo de agua
La alimentación es otro pilar clave para mantener un sistema inmunológico fuerte. «Es fundamental que los niños adopten hábitos alimenticios saludables desde una edad temprana,» enfatiza la Dra. Benítez. Reemplazar alimentos menos nutritivos por opciones más saludables y ricas en agua, como frutas y vegetales, es una estrategia eficaz. «En lugar de snacks procesados, podemos ofrecer pepinillos o reemplazar los jugos llenos de azúcar por jugos 100% naturales,» sugiere. «La mejor manera de promover estos cambios es que los adultos en su vida los adopten junto con ellos, sirviendo de modelo a seguir.»
Introducir nuevos alimentos en la dieta de los niños puede ser un desafío, pero hay formas de hacerlo sin generar rechazo. «Un enfoque eficaz es asegurarse de incluir al menos un alimento ‘seguro’ en el plato, es decir, un alimento que el niño ya conoce y disfruta,» explica la Dra. Benítez. Por ejemplo, si a un niño le gustan las peras y las manzanas, se puede preparar un plato con estas frutas y, además, introducir una nueva, como fresas o uvas. «Presentar el nuevo alimento de manera casual, diciendo algo como ‘Mira, esto es una fruta nueva, es similar a la que ya te gusta. A mí me encanta, ¿te gustaría probarla?’ puede ayudar a que el niño lo acepte sin sentirse presionado,» aconseja.
La hidratación también es crucial. «A partir de los 6 meses, se puede comenzar a introducir agua en la dieta de los niños,» señala la Dra. Benítez. Al principio, los bebés necesitan un promedio de 4 a 8 onzas de agua al día, ya que la mayor parte de su hidratación proviene de la leche materna o la fórmula. «A medida que los niños crecen, la necesidad de agua aumenta. Por ejemplo, los niños de 1 a 3 años necesitan un promedio de 4 tazas de líquido al día, mientras que los de 4 años requieren 5 tazas, y los de 7 a 8 años necesitan entre 7 y 8 tazas diarias,» explica.
La prevención de virus en los niños es un enfoque integral que requiere más que simples medidas de limpieza. «Involucra una combinación de buenos hábitos de higiene, una alimentación balanceada, rutinas de sueño adecuadas y tiempo al aire libre,» concluye la Dra. Benítez. «Con la información correcta y las estrategias adecuadas, podemos proteger a nuestros hijos de las infecciones virales y ayudarles a desarrollar hábitos saludables que perduren toda la vida.» Al implementar estas recomendaciones en el día a día, estamos no solo cuidando la salud física de nuestros hijos, sino también fomentando su bienestar emocional y su desarrollo integral.