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Hepatitis C: todo lo que debes saber

La hepatitis C es una enfermedad infecciosa causada por un virus de ARN, que afecta principalmente al hígado, causando inflamación. Este virus, también llamado VHC, se transmite por lo general por contacto directo con sangre infectada (por ejemplo, a través del intercambio de jeringuillas entre consumidores de drogas o, como en el pasado, a través de transfusiones); la transmisión sexual es poco frecuente, pero sigue siendo posible.

Causas y contagio

Entre los seis tipos de virus implicados en la aparición de la hepatitis (además de los C, A, B, D, E y G), el VHC es probablemente el más peligroso, tanto por la gravedad de sus repercusiones a largo plazo como por el hecho de que no existe ninguna vacuna capaz de evitar el contagio; en cambio, sí existe para las hepatitis A y B.

En sí mismo, el virus de la hepatitis C no es especialmente infeccioso y agresivo, por lo que algunos modos de infección, aunque posibles, son más bien raros.

Formas de infección 

El virus de la hepatitis C se transmite principalmente a través de la sangre de una persona infectada. Por tanto, el contagio a través de la sangre puede verse facilitado por el hecho de compartir agujas y jeringuillas para la inoculación de drogas por vía intravenosa; por esta razón, la hepatitis C está bastante extendida entre los drogadictos.

Casos esporádicos, pero aún posibles, de infección por instrumentos médicos o estéticos inadecuadamente esterilizados: para tatuajes, perforaciones corporales, acupuntura; uso compartido de maquinillas de afeitar, cepillos de dientes y tijeras, o, especialmente en el hogar y el lugar de trabajo, por heridas accidentales con agujas infectadas de pacientes virémicos.

En el pasado, las transfusiones de sangre representaban el factor de riesgo predominante para la propagación del patógeno. Sin embargo, desde la introducción del cribado de sangre obligatorio en 1992, la tasa de incidencia de la hepatitis C asociada a las transfusiones casi ha desaparecido.

La transmisión de la infección a través de las relaciones sexuales sin protección es infrecuente, pero aún así es posible. Sin embargo, es un modo de infección común para el VHB y otras enfermedades de transmisión sexual (SIDA, sífilis, gonorrea, clamidia). Como en el caso de muchas otras enfermedades de transmisión sexual, de hecho, el riesgo de contagio aumenta si hay exposición a la sangre, como en las relaciones sexuales vigorosas, el coito anal, el uso del puño o las relaciones sexuales durante el ciclo menstrual.

Por último, la hepatitis C puede transmitirse verticalmente, es decir, de una madre infectada a su hijo durante el embarazo o el parto. El riesgo de transmisión de madre a hijo durante el embarazo o el parto es bajo, estimado en un 5%; aumenta si la madre también está infectada por el VIH y tiene una viremia elevada.

Período de incubación de la hepatitis C

Los síntomas de la hepatitis C no se manifiestan inmediatamente, sino que hacen su aparición después de un periodo de tiempo bastante largo desde el momento de la infección; por término medio, el periodo de incubación es de 5 a 10 semanas, con un intervalo que varía de 2 semanas a 6 meses.

Síntomas de la hepatitis C aguda

La hepatitis C suele ser asintomática, especialmente en las primeras fases. Cuando están presentes, los síntomas son bastante vagos y se limitan en su mayoría a la aparición de manifestaciones inespecíficas, por lo que se confunden fácilmente con los de otras enfermedades. Muchas personas no se dan cuenta de que han contraído la hepatitis C, al menos hasta que, años o incluso décadas después de la infección, aparecen daños importantes en el hígado. De hecho, el mayor riesgo asociado a la hepatitis C es la naturaleza crónica de la enfermedad.

Cuando la hepatitis C es sintomática, los siguientes síntomas se presentan durante las primeras etapas de la infección aguda:

  • Malestar generalizado
  • Debilidad y fácil fatiga física
  • Fiebre
  • Molestias abdominales vagas
  • Náuseas
  • Falta de apetito
  • Intolerancia al alcohol y a los alimentos grasos
  • Dolores musculares y a veces articulares

En algunos casos aparece ictericia, que recordamos como la coloración amarillenta de la piel y de las escleróticas oculares, y pequeños dolores acentuados a la palpación en la zona del hígado.

Síntomas de la hepatitis C crónica y posibles complicaciones

La complicación más frecuente y temida de la hepatitis C es la infección crónica. En este caso, el paciente puede sentirse bien y no experimentar ninguna molestia particular, incluso durante muchos años. En las primeras fases, la hepatitis C crónica suele estar asociada a síntomas inespecíficos, como fatiga y malestar persistentes.

Aproximadamente entre 15 y 30 años después de la infección, la hepatitis crónica puede evolucionar hacia una cirrosis hepática. En este caso, los cambios en el hígado se acompañan de síntomas importantes, como:

  • Ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos)
  • Picor en diferentes partes del cuerpo
  • Náuseas
  • Vómitos
  • Dolor abdominal
  • Fiebre leve

La cirrosis es el resultado de la reparación continua de los daños causados por el virus en el tejido hepático; este proceso da lugar a la fibrosis, es decir, a la formación de tejido cicatricial, no funcional, en lugar del tejido sano. La extensión progresiva de la fibrosis conduce a la insuficiencia hepática, es decir, el hígado ya no es capaz de realizar las funciones que requiere el organismo.

Además de causar muchas consecuencias, la cirrosis hepática puede facilitar el desarrollo de la complicación más grave de la hepatitis C: el cáncer de hígado.

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