Un nuevo estudio revela que la genética es clave en los efectos de la restricción calórica sobre la esperanza de vida.

Por décadas, se ha discutido si comer menos puede alargar la vida. La ciencia ha mostrado una relación entre la restricción calórica y la longevidad en diversos animales de laboratorio; pero, ¿es el consumo excesivo de calorías el único motivo que nos hace vivir menos? Un estudio reciente publicado en la revista Nature sugiere que la relación entre la ingesta calórica y la longevidad es más compleja, y factores como la genética juegan un papel crucial.

El estudio, liderado por el Jackson Laboratory de EE.UU. y disponible en la Biblioteca Nacional de Medicina, examinó a casi mil ratones con diversidad genética. Aunque la restricción calórica alargó la vida de todos los roedores, los efectos sobre su salud variaron significativamente, revelando que reducir calorías no es una fórmula mágica para prolongar la vida de manera uniforme.

Restricción calórica y longevidad: ¿es la clave para vivir más?

La investigación sometió a 960 ratones a cinco tipos de intervenciones alimenticias. Un grupo recibió una dieta normal sin restricciones, mientras que otros tres grupos vieron reducida su ingesta calórica en un 20% y hasta un 40%. Además, otros dos grupos siguieron un régimen de ayuno intermitente, con algunos ratones ayunando un día a la semana y otros, dos días consecutivos. 

Los investigadores recopilaron datos sobre rasgos metabólicos, funcionales e inmunitarios de los ratones a lo largo de sus vidas y observaron que una dieta reducida aumentaba la esperanza de vida en todos los casos, aunque con matices importantes.

Los resultados indicaron que la restricción calórica sí influye en la longevidad, pero también está relacionada con factores como la edad, la genética y la capacidad del cuerpo para adaptarse. Los ratones que redujeron su ingesta en un 40% vieron mejoras significativas en su longevidad. Sin embargo, aquellos con un peso elevado antes del ayuno intermitente no mostraron mejoras comparables, lo que sugiere que no todas las formas de restricción alimentaria tienen el mismo impacto.

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La genética: un factor determinante

Uno de los hallazgos más sorprendentes fue que los ratones que vivieron más tiempo con una dieta restringida fueron aquellos que, a pesar de consumir menos, perdieron menos peso. Estos animales mantuvieron niveles más altos de grasa corporal y glucosa, lo que parece indicar una mayor resiliencia intrínseca a la restricción calórica.

Por otro lado, los ratones que perdieron más peso tendieron a tener menos energía, sistemas inmunitarios y reproductivos debilitados, y en general, vivieron menos tiempo. Este rango de respuestas destaca el papel crucial de la genética. Como explicó Gary Churchill, uno de los autores del estudio, «estas dietas revelan algo sobre la naturaleza del animal», sugiriendo que no todos los organismos responden de la misma forma a la restricción calórica.

¿Qué significa esto para los humanos?

Durante casi un siglo, los estudios en animales han mostrado que una dieta con menos calorías o con ayuno intermitente puede alargar la vida. Sin embargo, los científicos todavía están explorando cómo y por qué este fenómeno ocurre y, más importante aún, cómo se podría aplicar de manera efectiva en los seres humanos.

Este estudio refuerza la idea de que la restricción calórica puede ser beneficiosa para prolongar la vida, pero también subraya que no todos responderán de la misma manera. La genética, la edad y el estado de salud inicial juegan roles importantes, lo que significa que cualquier recomendación sobre la restricción calórica debe ser personalizada y evaluada cuidadosamente.

Así que, reducir la ingesta calórica puede aumentar la longevidad, pero no es un proceso sencillo ni universal. La clave parece estar en una combinación de factores, entre los cuales la genética es fundamental, lo que abre nuevas preguntas sobre cómo optimizar las dietas para maximizar sus beneficios sin comprometer la salud.

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