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Una vejez sin complejos

El regalo de uno de mis mejores amigos a su grupo íntimo de amistades fue bien particular.  Nos uniformó a todos con T-shirts que dicen “La vejez da asco”, cita de su Abuela “Nena”.  Es un chiste interno que tenemos hace varios años a raíz de las palabras que su abuela le dijo una vez y que a Aníbal nunca se le han olvidado. Cuenta que ella estaba, como casi todas las tardes, regando sus matas, y, debido a su artritis, teniendo problemas en el proceso.  El le ofreció ayuda, lo cual ella agradeció para proceder rápidamente con las palabras.  “Ay mijo, la vejez da asco”.   

A medida que hemos madurado, y ya estamos todos en nuestro sexto piso, nos hemos encontrado hablando mucho más a menudo de achaques y dolamas.  Hay semanas que Aníbal también ha bautizado como de “chinchorreo médico”.  En mi caso, a mis chinchorreos médicos personales se suman los de mi madre, por yo ser su chofer y acompañante a todas las citas, estudios, etc. 

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Sí, la vida se complica un poco cuando va llegando la vejez, pero no es cierto que pensemos que “la vejez da asco”.  La frase sencillamente se ha convertido en un gancho para reírnos de nosotros mismos y aceptar lo inevitable.  

Lo cierto es que a mis sesenta y seis años siento que estoy viviendo uno de los mejores momentos de mi vida, a nivel personal y profesional. Y parece que yo no soy la única.  Me encontré un artículo bien interesante que refuta el que se piense que después de los sesenta dejamos de disfrutar la vida.  Y quiero compartir con ustedes algunos de los puntos con los cuales coincido totalmente. 

-Con la edad la opinión de los demás nos importa menos.  Claro que siempre escuchamos a aquellos que nos quieren bien, pero en términos generales no estamos cuestionándonos ya tanto nuestras decisiones.  Si me critican, es su problema.  Ya he vivido lo suficiente para saber qué y a quien escuchar. 

-Con la edad deberíamos tener mucho más control de nuestro tiempo.  Por un lado, están los felizmente jubilados, y por el otro, aquellos que, como yo, seguimos trabajando a muestro propio ritmo porque en mi caso mi trabajo es también mi propósito de vida.  Aunque hay días y semanas que pueden estar más cargadas, siempre busco la forma de balancear mi tiempo y he aprendido a decir que no cuando necesito descanso sin sentirme culpable. 

-A esta edad validamos mucho más nuestras amistades, aquellas que son de toda la vida, y las nuevas que hemos ido recogiendo en el camino.  Reconocemos la bendición de tener grupos de apoyo a nuestro alrededor que se convierten en nuestras fuentes de terapia en momentos difíciles y de celebración en los momentos hermosos.  A esta edad hay mucho menos drama entre las amistades y nos aceptamos como somos, con defectos y virtudes.  

-Podemos aprender cosas nuevas no porque lo necesitamos profesionalmente, sino porque es algo que siempre nos llamó la atención o nos da la gana.  Sería maravilloso que toda la vida hubiésemos sabido apreciar la grandeza de los pequeños momentos, pero lo cierto es que a esta edad tenemos mayor capacidad para hacerlo.  Cada minuto es un regalo y hay que agradecerlo y celebrarlo. 

-Y, por último, una vejez saludable y sin complejos es una en la cual hemos aprendido a escoger nuestras batallas.  ¿Qué hay conductores irresponsables en las carreteras? Claro que los hay.  Pero yo no les voy a permitir que me roben la paz.  Llegar a una vejez con sabiduría y sin complejos incluye saber escoger cuando vale la pena luchar y pelarnos los codos y las rodillas, y cuando no.  Ese uno de los secretos para vivir en paz interna y externa. Ahora sabemos, o debemos saber, identificar lo que es verdaderamente relevante y dejar ir las tonterías que antes nos sacaban por el techo. 

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Hoy vivo sin complejos, con menos miedos, con nuevas ilusiones y pasión por lo que todavía me queda por descubrir.  ¿Cómo estás viviendo tú esta “vejez” que ya no lo es tanto?  Si bien hay días en que vamos a sentir como Abuela Nena que “la vejez da asco”, lo cierto es que cada vez somos más los que celebramos la reinvención del término “vejez” y las oportunidades que nos brinda de vivir más libres.  Te invito a que te unas a este corillo de viejos que se ríen de la vida y celebran cada momento como si fuese el último. 

Lily García

Lily García es locutora, conferenciante motivacional, “coach” de vida certificada, tanatóloga y actriz, con una vasta experiencia como comunicadora en la radio, televisión y prensa escrita en Puerto Rico. Ha publicado ocho libros sobre temas de auto-ayuda, un audio libro y dos CDs de meditaciones y visualizaciones dirigidas.

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