La reciente decisión del secretario de Salud de EE. UU., Robert F. Kennedy Jr., de eliminar las vacunas contra la covid-19 del calendario federal de vacunación infantil generó una reacción inmediata por parte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que actualizaron sus lineamientos para preservar el acceso a la inmunización, aunque con un enfoque más flexible.
En lugar de eliminar por completo la recomendación para niños y adolescentes sanos, como planteaba Kennedy, los CDC optaron por mantener la vacuna contra la covid para personas de entre 6 meses y 17 años bajo una modalidad de “toma de decisiones compartida”. Esto implica que la vacunación podrá realizarse en consulta con un médico o proveedor de salud, reforzando el criterio clínico y el consentimiento informado como ejes centrales de la nueva política.
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Además, los CDC confirmaron que las vacunas seguirán estando disponibles sin cambios para los cerca de 38 millones de menores de bajos ingresos que dependen del programa federal Vacunas para Niños, lo que garantiza una cobertura continua para poblaciones vulnerables.
La propuesta original de Kennedy, presentada días antes, desató una fuerte reacción entre pediatras, epidemiólogos y expertos en salud pública, quienes señalaron que tanto los niños pequeños como las mujeres embarazadas corren un mayor riesgo de complicaciones graves por covid-19. Los especialistas también advirtieron que este tipo de medidas podrían generar barreras en la cobertura de seguros y en los programas públicos, afectando el acceso a la vacunación.
Uno de los principales focos de preocupación ha sido la exclusión de las mujeres embarazadas del calendario actualizado. Pese a que el sitio web de los CDC sigue recomendando explícitamente la vacunación en el embarazo debido a los altos riesgos asociados con la infección —incluidos parto prematuro, hospitalización, y muerte—, el nuevo calendario no incluye una recomendación formal para este grupo. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) contradijo directamente esta omisión al seguir considerando el embarazo como una condición de alto riesgo que justifica la vacunación.
Expertos como Paul Offit, pediatra y asesor en vacunas, recordaron que, aunque los ensayos iniciales no incluyeron embarazadas, múltiples estudios posteriores con decenas de miles de mujeres demostraron que la vacuna es segura y eficaz durante la gestación. Por su parte, Michelle Fiscus, directora médica de la Asociación de Gestores de Inmunización, calificó como preocupante la falta de una recomendación clara para este grupo de alto riesgo.
¿Cuáles son los cambios?
Los cambios impulsados por Kennedy se enmarcan en una serie de decisiones que han caracterizado su gestión en el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), marcada por un enfoque de recorte de programas y cuestionamientos a políticas sanitarias previamente consolidadas. Tras ordenar la reducción de 20.000 empleados del HHS, algunas de sus medidas han debido ser revertidas parcialmente ante las críticas del sector médico y legisladores.
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Kennedy, conocido por su postura crítica frente a las vacunas, ha respaldado públicamente la idea de que los padres deben tener la libertad de decidir si vacunan a sus hijos, desafiando las recomendaciones de organismos científicos y profesionales de la salud.
Su política de eliminar la vacunación rutinaria contra la covid para niños sanos se alinea con los sectores más escépticos del país, que se oponen a los mandatos estatales de inmunización.
Desde el HHS, el portavoz Andrew Nixon defendió los cambios como parte de un intento por “restablecer la relación médico-paciente”, subrayando que las decisiones médicas deben basarse en el juicio clínico individual y el consentimiento informado.
Sin embargo, la incertidumbre persiste. Para muchos expertos, estas modificaciones no sólo generan confusión entre profesionales y familias, sino que podrían tener un impacto negativo en la prevención de enfermedades graves, especialmente en los grupos que más protección necesitan.