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Descubriendo la conexión entre amabilidad y salud

La amabilidad, una virtud aparentemente simple, ha demostrado tener un impacto significativo en nuestro estado de ánimo y bienestar emocional, según estudios recientes. En un estudio realizado en 2023, se investigó cómo diferentes actividades afectaban a personas con depresión leve, ansiedad o estrés.

Los participantes se dividieron en tres grupos: uno realizó tres actos de bondad a la semana durante cinco semanas, otro se centró en ser más sociable, y el tercer grupo participó en una forma escrita de terapia cognitiva-conductual. Sorprendentemente, los actos de bondad tuvieron el mayor efecto, reduciendo significativamente la ansiedad y la depresión.

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El cerebro, al tomar la decisión de ser generoso o cooperar, activa una zona conocida como cuerpo o núcleo estriado, la cual responde a estímulos gratificantes. Este fenómeno sugiere que la amabilidad tiene una base biológica que nos brinda esa sensación cálida de bienestar.

Más allá de mejorar el estado de ánimo, la amabilidad también ha demostrado aliviar el dolor. En un estudio, se administraron dolorosas descargas eléctricas a voluntarios mientras decidían donar dinero. Sorprendentemente, aquellos que donaron experimentaron menos dolor. Otro estudio reveló que donar sangre es menos doloroso que extraer sangre para un análisis, incluso si la aguja es el doble de gruesa.

La experiencia personal de Sam, quien participó en actos de bondad a lo largo de la semana, refleja estos hallazgos. Sam compartió su experiencia al realizar gestos amables hacia amigos y familiares, como escribir una nota emotiva a su madre de parte de toda la familia. Este simple acto generó una respuesta positiva, mejorando su estado de ánimo y fortaleciendo sus relaciones.

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Los estudios y experiencias personales como la de Sam resaltan el impacto profundo que la amabilidad puede tener en la salud mental y emocional. Incorporar gestos de bondad en la vida cotidiana no solo mejora el bienestar propio, sino que también contribuye a crear un entorno positivo y conectado con los demás. Así, la amabilidad se revela como una poderosa herramienta para fomentar el bienestar emocional y construir relaciones significativas.

Otras causas

La amabilidad no solo influye en el estado de ánimo y el manejo del dolor, sino que también se revela como un poderoso mitigador del estrés y la inflamación crónica, según las investigaciones. La doctora Tristane Inagaki, de la Universidad Estatal de San Diego, lideró un estudio enfocado en adultos de 25 a 76 años, midiendo el nivel de interleucina-6 (IL6), un marcador inflamatorio, tras realizar actos de amabilidad.

Los participantes compartieron sus gestos hacia personas y organizaciones, y los resultados fueron reveladores. Inagaki destaca que la amabilidad, expresada tanto hacia amigos y familiares como a través del voluntariado, se asocia con una disminución significativa de la inflamación crónica. Esta forma de inflamación, diferente a la puntual causada por eventos como cortaduras, afecta todo el cuerpo y se manifiesta en la sangre.

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Inagaki explica que, frente a amenazas como infecciones, lesiones o toxinas, el cuerpo desencadena la inflamación como un mecanismo de autodefensa. Sin embargo, cuando la amenaza cesa, la inflamación debería detenerse. La persistencia de esta respuesta inflamatoria, denominada inflamación crónica, puede ser perjudicial al asociarse con la pérdida de función en diversos procesos fisiológicos y patológicos. Así, la amabilidad no solo embellece nuestras interacciones diarias, sino que también emerge como un potente aliado para preservar la salud general del cuerpo y la mente.

“Sabemos que este tipo de inflamación conduce a una serie de diferentes enfermedades. Así que es bueno tener una menor inflamación sistémica. La inflamación crónica predice todas las enfermedades comúnmente conocidas, enfermedades cardiovasculares, cáncer o incluso depresión”, sostiene.

En otro estudio, Inagaki indagó sobre la relación entre la amabilidad y el estrés. Y, al igual que ocurrió con el caso anterior, en personas que habían hecho algún ejercicio práctico que implicaba mostrar amabilidad, posteriormente su respuesta fisiológica al estrés ante un estímulo fue menor, por ejemplo, tuvieron menor presión arterial, explica.

“Hay un vínculo muy fuerte: aquellas personas que están más estresadas de modo crónico muestran una inflamación sistémica mucho mayor”, cuenta la doctora Inagaki.

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