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Olga González comparte su lucha por encontrar el diagnóstico de artritis reumatoide

En entrevista con BeHealth, Olga González, paciente de artritis reumatoide, relató su proceso con el diagnóstico de una condición que en ocasiones pone límites a sus actividades del diario vivir.

Hace 11 años, una reumatóloga confirmó su diagnóstico de AR, esto ocurrió a sus 39 años; sin embargo, los síntomas se presentaron muchos años atrás.

Por tres años Olga tuvo que soportar los signos de esta afección y buscar diferentes médicos sin alcanzar el diagnóstico correcto.

“Yo hacía mucho ejercicio, alzaba pesas y llegó el momento en el que yo no podía ni levantar los brazos porque no tenía fuerzas”, señaló.

Aunque los resultados al parecer mostraban un comportamiento normal de su cuerpo, Olga tenía sus manos inflamadas, tenía dificultad en sus movimientos y su estado de salud interfería en su parte laboral.

“Me hicieron diferentes baterías de pruebas como inflamación pero todo en mi caso salió negativo”, recordó.

Su historia de la niñez

Olga recuerda que cuando era pequeña presentaba fiebres reumáticas y, al indagar sobre las secuelas de las fiebres, encuentra que podría estar sufriendo de artritis.

De esta manera, lo consultó con un médico y fue referida a una reumatóloga en Fajardo, quien ordenó un sonograma de manos en donde se evidenciron las articulaciones de los nudillos inflamadas y ahí recibió el diagnóstico de artritis.

“La situación conmigo es que mi artritis es seronegativa, todos mis análisis salen negativos y por eso los médicos se me reían en la cara y me decían tú no tienes nada, mientras que yo sentía que me moría”, resaltó.

Sus síntomas 

Al levantar los brazos sentía un dolor muy fuerte, dormir de lado también representaba un fuerte impacto, todo estaba marcado por el dolor.

“Yo estaba frustrada, decía tengo algo pero nadie sabe lo que es”, recordó. “Yo empecé a leer y buscar información hasta que di con el médico que atendió lo que yo tenía y me llegó a estabilizar”.

Su tratamiento

Su camino ha estado marcado por un sin número de antiinflamatorios como la hidroxicloroquina y el metotrexato.

“En el caso del metotrexato, yo padezco de gastritis crónica y con este yo me sentía débil, no me podía levantar, porque el metotrexato es un tipo de quimioterapia y aunque me hicieron inyectarme, mi cuerpo no lo asimiló”, advirtió.

Por muchos años, fue tratada con HUMIRA y señala que es un medicamento que le salvó la vida tras ser contagiada por COVID; sin embargo, luego de su contagio tuvo una fuerte recaída por lo que tuvo que cambiar a Enbrel inyectándose semanalmente.

“Yo le decía a mi reumatóloga que me sentía peor que cuando comencé con mi artritis, la recaída generó mucha inflamación y fue bien difícil”, manifestó.

Otras condiciones 

Adicional a la artritis reumatoide Olga fue diagnosticada también por espondilitis anquilosante, otra forma crónica de artritis que afecta mayormente los huesos y las articulaciones en la base de la columna.

“Es algo que se complementa con la artritis y la fibromialgia y son una bomba, es muy doloroso”, advirtió.

Los cambios en su vida 

“Mi corazón y mi alma quieren retomar el ejercicio pero mi cuerpo no, el dolor es tanto, aunque ya me estoy sintiendo mejor y entiendo que pronto podré estar empezando, pero la realidad es que mi cuerpo aún no está preparado”, expresó.

Olga también destacó la importancia de una adecuada alimentación, limitando especialmente el consumo de carnes rojas.

“La alimentación es muy importante para ver una diferencia y debe combinarse con los medicamentos para ver una recuperación rápida”, señaló.

¿Cómo afecta la AR su parte emocional?

Al comenzar su primera crisis tuvo que recurrir a ayuda profesional para medicarse 

“Estaba tan débil y me sentía tan mal porque no contaba con las herramientas que hoy día tengo y no sabía nada de la enfermedad”, recordó.

Como paciente con 11 años de diagnóstico entiende la necesidad de fortalecer el apoyo en la parte emocional que se ve muy afectada y la necesidad de conocer la condición para enfrentarla.

“El estrés en nuestras diferentes partes de la vida nos afecta demasiado y se combina con lo que es la enfermedad. Esta enfermedad es bien severa si uno no sabe cómo manejarla”, puntualizó.

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