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Historias BeHealth

Familia Arocho: cuando donación y esperanza devienen sinónimos

No existe manera fácil de contar una historia cuando la muerte envuelve a un ser querido. Sin embargo, el fin de una vida puede ser una señal esperanzadora para otras cuyo tiempo parece agotarse. Testigo de esta verdad fue la familia Arocho luego de la partida física de Juan Gabriel, el hijo mayor del matrimonio.

Los recuerdos se convierten en testimonio a través de las palabras de Brunilda y Juan René. Su primogénito sufría de una condición autoinmune que le dificultaba realizar las actividades habituales para un adolescente de 14 años, como practicar deportes.

“Nosotros lo orientábamos y buscábamos otra manera en que él pudiera sentirse realizado”, cuenta su madre. Así, entre la música y la escritura, Juan Gabriel encontró refugio para desarrollar destrezas y alivianar su padecimiento. El violín le acompañó, incluso en su misión de llevar melodías a otras personas enfermas.

Donación, una decisión que trae paz

Casi 10 años pasaron desde que le diagnosticaron la condición. El fin era evidente luego de que en el hospital le decretaran muerte cerebral. Entonces la petición que el joven había hecho a la familia tiempo atrás cobró sentido: “Mi probabilidad de vida va a ser corta y si algún día pasara algo, me gustaría que donaran mis órganos”.

En medio del sufrimiento, los padres hallaron un espacio de paz. “Juan Gabriel estaba en el cielo, pero una parte de él podía permanecer en la tierra”, aseguran. El dolor continuaba, no obstante saber que otras personas podían salvarse fue un aliciente:

“Era el mejor regalo de vida que podíamos hacer y eso nos ayudó en nuestra sanación.”

Cuando dar significa recibir

Los pulmones, riñones, corazón y tejidos de Juan Gabriel fueron donados a otros pacientes en lista de espera. La vida cambió no solo para ellos, sino también para la familia Arocho, así lo asegura Juan René:

“Ahora soy promotor de la donación de órganos, creo que es una acción maravillosa. Logramos conocer a Ailín Ortiz quien recibió el riñón izquierdo, a don Edwin Acevedo recipiente del corazón y estamos interesados también en conocer al norteamericano que tiene sus pulmones […] Parte de mi hijo está viva aquí en la tierra.”

En LifeLink, fundación mediante la cual fue posible la donación, han ofrecido y recibido apoyo de otras personas que vivieron experiencias similares. En su momento, todos tomaron la decisión sin saber quién recibiría el órgano, fue un gesto desprendido con un valor incalculable.

“Mi corazón, mi hermano”

Tal como describen los padres, el encuentro con los recipientes de los órganos de Juan Gabriel ha sido una experiencia extraordinaria. Cuando conocieron a Edwin Acevedo descubrieron una serie de coincidencias que prefieren denominar “dioscidencias”, pues reconocen en ellas la acción de Dios.

Edwin nació el mismo día que su hijo, por eso llama a su nuevo corazón “su hermano”. Luego de recibir el trasplante tuvo una nueva oportunidad de vivir y conocer a los nietos. Curiosamente, también comenzó a adoptar algunas costumbres que nunca antes tuvo:

“A él no le gustaba la música, ahora escucha violín y conciertos de la sinfónica de Puerto Rico. Lo consulté con un psiquiatra y me explicó que los seres humanos con un órgano trasplantado conservan la memoria genética y toman muchas de las actitudes y conductas de la persona a la cual perteneció”, explica Juan René, quien es médico de profesión.

Legado físico y espiritual

El joven Juan Gabriel no solo dejó parte de sí en otras personas, su talento y habilidades creativas han servido para cumplir uno de sus sueños: ayudar a niños con cáncer y otras enfermedades graves. En una de sus hospitalizaciones en la Fundación de Niños San Jorge, manifestó ese deseo y al morir, sus padres lo hicieron realidad.

“Nosotros encontramos muchos de sus escritos y poemas, los editamos en dos libros y el dinero recolectado tras la venta se destinó a la Fundación”, cuenta Brunilda.

Su familia logró convertir el sufrimiento y el dolor en fortaleza y esperanza. Gracias a sus acciones tienen certeza de que la donación de órganos es una nueva oportunidad de servir en gesto de amor.

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