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BeWomenSemana 23Semanas de embarazo

¿Se puede prevenir la preeclampsia?

La preeclampsia (o gestosis) es una enfermedad que puede desarrollarse durante el embarazo. Esta enfermedad se caracteriza por un aumento excesivo de la presión arterial (hipertensión), a menudo en combinación con una cantidad significativa de proteínas en la orina (proteinuria elevada).

Si no se trata, la preeclampsia puede desencadenar complicaciones graves, incluso mortales, tanto para ti como para tu bebé. 

¿Cuáles son sus causas?

Las causas de la preeclampsia no se conocen con exactitud. Hasta ahora, se ha planteado la hipótesis de que existe un desarrollo progresivo durante el embarazo de ciertas alteraciones en la placenta y en los vasos sanguíneos que la irrigan, que pueden afectar a los intercambios materno-fetales, a menudo antes de la aparición de los síntomas.

Las causas de esta formación anormal pueden comprender las siguientes:

  • Flujo de sangre insuficiente al útero
  • Daño en los vasos sanguíneos
  • Un problema en el sistema inmunitario
  • Determinados genes

Complicaciones y riesgos

La preeclampsia es una complicación del embarazo potencialmente peligrosa tanto para la mujer embarazada como para el feto.

Posibles consecuencias de la preeclampsia para la mujer embarazada

Si se descuida, la preeclampsia puede causar daños graves e incluso permanentes en los órganos, especialmente en el cerebro, los riñones y el hígado. Si no se trata adecuadamente, puede producirse confusión, trastornos de la coagulación, clonías, dolor de hígado, disnea, edema pulmonar, oliguria, insuficiencia renal aguda, hemorragia cerebral o infarto.

La preeclampsia también puede convertirse en un síndrome HELLP, una entidad clínica caracterizada por hemólisis, aumento de las enzimas hepáticas y trombocitopenia.

Posibles consecuencias de la preeclampsia para el feto

El principal signo de preeclampsia en el feto es el retraso del crecimiento debido al mal funcionamiento de la placenta.

Una de las principales complicaciones de la preeclampsia es el desprendimiento prematuro de la placenta, evidente por la hemorragia materna. Otra posible consecuencia es el nacimiento de un bebé gravemente prematuro (nota: el parto prematuro puede producirse entre las 28 y las 34 semanas, según el caso, con consecuencias más o menos graves).

¿Puedo prevenir la preeclampsia?

Para prevenir la preeclampsia en presencia de factores de riesgo y para mantener la enfermedad bajo control una vez diagnosticada, la futura madre puede tomar algunas precauciones:

Limitar el consumo de sal

Diversos hábitos alimenticios pueden contribuir al mantenimiento de la hipertensión arterial, entre ellos el uso excesivo de sal en la dieta y la baja ingesta de potasio, que contrarresta la cantidad de sodio presente en las células. La sal también aumenta la retención de líquidos en los tejidos del cuerpo.

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Contener el aumento de peso

Durante el embarazo, el aumento del peso corporal debe ser gradual. El apetito variará espontáneamente según las necesidades energéticas y las futuras madres no deben aumentar demasiado sus raciones habituales. A lo largo del embarazo, la OMS (Organización Mundial de la Salud) indica un aumento de peso total aceptable de 10-14 kg (aproximadamente: un kilo al mes en el primer trimestre y a partir del segundo 350-400 gramos a la semana).

Además, una dieta saludable no sólo afecta al bienestar de la futura madre, sino también al del feto. Por ello, desde las primeras semanas de embarazo, es aconsejable adoptar una dieta equilibrada y variada, que integre alimentos ricos en hierro, calcio y ácido fólico, esenciales para el crecimiento del bebé. También es importante asegurarse de que se mantiene el equilibrio adecuado de proteínas, carbohidratos, frutas y verduras. Deben evitarse los alimentos demasiado grasos y dulces, que tienen escasas propiedades nutricionales.

Revisiones periódicas

Las mujeres embarazadas deben someterse a revisiones y pruebas periódicas prescritas por su médico. En caso de preeclampsia o de tendencia a desarrollarla, es aconsejable realizar un análisis de orina una vez al mes (o con más frecuencia según la edad gestacional) y medir la tensión arterial con regularidad.

Cuando aparecen los primeros síntomas de gestosis, lo mejor es ponerse en contacto inmediatamente con el ginecólogo, que aconsejará si hay que intervenir y cómo hacerlo.

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