Así afecta el estrés a la salud de nuestro corazón
Todos estamos expuestos al estrés de vez en cuando y lidiamos con la sobrecarga psicológica de diferentes maneras. A corto plazo, el estrés puede aumentar el rendimiento, pero si dura mucho tiempo, daña el corazón y la circulación. Por lo tanto, es importante saber cómo prevenir estas consecuencias negativas.
La tensión continua te enferma: aumenta la presión sanguínea, acelera los latidos del corazón, aumenta la liberación de insulina, debilita el sistema inmunológico y retrasa la curación de las heridas. Todo esto daña directamente el corazón. Al mismo tiempo, el estrés duradero también afecta a la salud del corazón de forma indirecta: se fuma con más frecuencia, se comen «alimentos reconfortantes» de alto contenido calórico, se hace menos ejercicio y se duerme peor.
Amplios estudios de población muestran que nuestro estilo de vida es el factor más importante para promover ataques cardíacos o apoplejías. El estrés a largo plazo es el principal factor, junto con el tabaco, los valores de lípidos en sangre desfavorables y la presión arterial alta.
Esto es especialmente cierto después de un evento cardiovascular; el estrés emocional es frecuente en las personas con ataques cardíacos: alrededor del 20 al 40 por ciento de ellos desarrollan problemas mentales como el trastorno de ansiedad o la depresión. Esto empeora significativamente el curso y el pronóstico.
Por último, el estrés no solo perjudica la salud del corazón, ya que en su presencia se reduce la concentración y se bloquea la concepción, con pensamientos que giran en torno a temas individuales recurrentes. Por esta razón nos volvemos más irritables, ansiosos y abatidos, y perdemos la curiosidad y el interés, a veces hasta el punto de un completo vacío interior o agotamiento.
¿Cómo se origina el estrés?
El estrés se desarrolla cuando no te sientes capaz de afrontar ciertas situaciones por falta de recursos como el tiempo o el conocimiento. O porque las circunstancias parecen amenazantes, por ejemplo cuando tenemos miedo al fracaso.
Las fuentes frecuentes de estrés a largo plazo son, entre otras cosas, los problemas en la relación, las enfermedades y las personas que deben ser tratadas en la familia. El estrés puede convertirse en el lugar de trabajo, pero también en cualquier situación de la vida diaria en la que tengamos que estar disponibles en todo momento, inmediatamente y en todas partes.
Esas situaciones no agobian a los individuos de la misma manera. Las propias ideas fijas pueden aumentar el estrés. Son sobre todo juicios, actitudes o patrones mentales que hemos estado cultivando durante mucho tiempo: «No puedo permitirme cometer errores»; «nunca saldrá bien»; «tengo que mantener el control». El estrés también se ve exacerbado por valores sociales como el éxito profesional y económico o el ser una buena madre.
¿Cuándo ya es demasiado estrés?
A corto plazo, el estrés puede dar impulso. Pero si continúa en el tiempo, nos desgasta y nos enferma. El momento preciso en que su aspecto negativo toma el control varía de una persona a otra. Las siguientes afirmaciones muestran que se supera este umbral:
- He estado durmiendo mal últimamente
- Sufro de tensión o dolor en la espalda o el cuello, o dolores de cabeza
- A menudo me siento cansada y agotada
- Me preocupo inmediatamente y pienso en los problemas durante mucho tiempo
- Mi humor cambia abruptamente y reacciono con irritación a las cosas pequeñas
- Me aíslo y raramente salgo con amigos. – Ya no hago planes para el futuro
Los signos de estrés deben ser tomados en serio. Si tiene la sensación de que sus compromisos aumentan más allá de sus expectativas, puede encontrar ayuda en el diálogo con una persona de confianza. También puede necesitar ayuda de su médico de cabecera o psicólogo.
Desactivar situaciones estresantes
A veces es posible neutralizar los factores estresantes, es decir, las situaciones que causan estrés. Algunos ejemplos:
- Buscando ayuda una vez a la semana para cuidar de los niños o los padres
- Reducir los viajes de negocios organizando videoconferencias con mayor frecuencia
- Apaga tu teléfono móvil por la noche y no revises los correos electrónicos del trabajo durante las vacaciones
Un paso más en esta dirección es ser capaz de bloquear los pensamientos que amplifican el estrés o sustituirlos por pensamientos que buscan una solución. Para fomentar una actitud positiva, puedes evitar el destructivo «nunca lo lograré» y recurrir a un más constructivo «lo que no puedo hacer lo puedo aprender».
Alejarse del problema a menudo ayuda a amortiguar su apariencia amenazadora: ¿tengo que ser la hija o el hijo perfecto? ¿Realmente quiero que este trabajo me agote las fuerzas? ¿Cuáles son mis prioridades en la vida?
Reducir la tensión
El estrés también puede ser aliviado. Una terapia muy eficaz contra el estrés es la práctica regular de deportes de resistencia como el senderismo, el footing, el ciclismo o la natación. Para relajarse, también ayuda a realizar actividades y estímulos agradables como tocar un instrumento, trabajar en el jardín, charlar con los amigos o cocinar.
Por último, las técnicas de relajación como el yoga, la meditación o los ejercicios de atención también son eficaces. Una técnica de relajación fácil de aprender es la relajación muscular progresiva según Jacobson.