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De la Tumba al Jardín: Betsaida Gómez y su transformación con la donación de órganos

Betsaida Gómez, una mujer cuya historia se teje con valentía y resiliencia, se ha convertido en un faro de esperanza al experimentar la donación de órganos desde ambas perspectivas. Su relato va más allá de la mera cirugía; es una odisea que destaca la gratitud, la transformación personal y cómo la donación puede erigirse como el puente que conduce hacia nuevos comienzos».

El punto de inflexión llegó en el 2019, cuando a Betsaida le diagnosticaron cirrosis hepática, la misma enfermedad que se llevó la vida de su padre. La urgencia de un trasplante de hígado se volvió imperativa, y el espectro de la pérdida de su padre teñía de incertidumbre su futuro. «El diagnóstico marcó un antes y un después en mi vida», confesó Betsaida.

«Mi existencia estaba en riesgo», recuerda con angustia. La pérdida de su padre, quien no tuvo la oportunidad de recibir un trasplante, dejó una marca profunda, sembrando dudas y temores sobre su propio destino. Sin embargo, el 2021 le otorgó un giro inesperado: se encontró un donante para Betsaida, un hígado que se convirtió en el catalizador de una transformación total.

«Ingresé a la lista de espera el 17 de noviembre, alrededor de las 3 de la tarde. El 18 de noviembre, menos de 24 horas después, recibí la noticia de que se había encontrado un donante», compartió Betsaida, recordando el momento crucial que cambió el curso de su vida. La llamada, para ella, no era simplemente un aviso médico; era la promesa de vida, un cambio radical que transformaría su existencia de una manera inimaginable.

«En ese momento, no podía imaginar la magnitud de la transformación que se avecinaba», reflexiona Betsaida sobre ese instante de esperanza inesperada. Su historia destaca no solo la importancia de la donación de órganos sino también la rapidez con la que puede cambiar el destino de alguien en la lista de espera.

La perspectiva única de Betsaida, como donante registrada convertida en receptora, arroja luz sobre la complejidad emocional del proceso. «Como donante, sabía que podía ofrecer una segunda oportunidad de vida, pero no comprendía totalmente hasta qué punto ese legado de oportunidad se extendía. Ahora lo entiendo mejor», reflexiona sobre la dualidad de su experiencia.

«Aunque aún no he tenido la bendición de conocer a la familia de mi donante, sueño con ese momento», confiesa Betsaida, refiriéndose al anhelo de expresar directamente su gratitud a quienes hicieron posible su renacer. La conexión entre el donante y el receptor va más allá de la cirugía, extendiéndose a la esperanza y la gratitud.

«Antes del trasplante, no era plenamente consciente de todos los cambios que experimenté», admite Betsaida. Pero después del procedimiento, las transformaciones fueron evidentes. Amigos y familiares, especialmente su familia, notaron un cambio significativo. «Antes del trasplante, sufrí de encefalopatía, experimenté cambios de humor, cambios físicos y un marcado deterioro, especialmente en el 2021. Pero inmediatamente después del trasplante, volví a ser yo misma en todos los aspectos. Ahora, me autodefino como una persona feliz», comparte con alegría.

«Para aquellos que aún dudan sobre la donación de órganos, les diría que no hay nada que pensar», enfatiza Betsaida con convicción. «Estoy aquí, soy un testimonio vivo de lo que puede lograr la donación de órganos. Los órganos no van al cielo, pero tienes la oportunidad de dar vida a otras personas y extender ese legado».

De la tumba al jardín

El título de su libro, ‘De la tumba al jardín’, encierra un simbolismo profundo que refleja la esencia de su experiencia. «Mi donante no quedó en la tumba; su vida se extiende en la mía», revela Betsaida, destacando la dualidad entre la tristeza representada por la tumba y la alegría simbolizada por el jardín.

«La oportunidad de florecer en un nuevo jardín, en un lugar diferente, es la razón detrás del título del libro», explica Betsaida. Su obra, disponible en plataformas como Amazon y librerías locales, no solo narra su historia personal sino que se ha convertido en un recurso valioso para aquellos que enfrentan desafíos de salud vinculados a la donación de órganos.

«Para aquellos en la lista de espera, les insto a no desesperarse, a mantener la esperanza», aconseja Betsaida. Su experiencia, aunque única, sirve como faro de esperanza para aquellos que enfrentan la incertidumbre de la espera. «Si sucedió conmigo, no hay nada especial en mí que lo haga exclusivo. Puede sucederle a cualquiera de ustedes, así que no pierdan la esperanza», agregó con optimismo.

Mirando hacia el futuro, Betsaida ha continuado escribiendo y actualmente trabaja en su segundo libro. Su dedicación a difundir el mensaje de la donación va más allá de su propia experiencia, llegando a quienes necesitan esperanza.

«Se trata de seguir educando y derribando los mitos que rodean a la donación», declaró Betsaida, consolidándose como una defensora apasionada de la generosidad humana y la vida que florece después de la oscuridad de la enfermedad. Su historia es un recordatorio conmovedor de que, en cada latido de un órgano donado, se encuentra una oportunidad para un nuevo comienzo y la posibilidad de transformar la tristeza en alegría, de la tumba al jardín.

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