El milagro de la donación de órganos se puso de manifiesto en la vida de Adel Miranda. Un padre que tiene una nueva oportunidad de vida gracias a que una familia tuvo el gesto de amor de donar el corazón de uno de sus miembros que había fallecido.
Todo comenzó en 1995, a raíz de un mareo que le dio a Adel en la fábrica donde trabajaba. Debido a que comenzó a sentirse muy mal decidió hacerse un chequeo médico para verificar si esos síntomas pudieran ser indicio de algún tumor. Sin embargo, tras ver el cuadro de Adel el doctor lo refirió a una cita con un cardiólogo, pues tenía fuertes sospechas de que podría ser alguna patología del corazón.
Luego de más de una hora y media en consulta, realizando todas las pruebas de lugar, Adel recibió la noticia de que tenía una cardiomiopatía severa en el ventrículo izquierdo del corazón. Es decir, su corazón era tan grande y débil en ese momento que solo estaba funcionando a un 10% de su capacidad. Le dijeron que necesitaba un trasplante.
“El doctor me dijo que necesitaba un trasplante y que no podía volver a trabajar más. Yo me eché a llorar, porque era muy joven, tenía 45 años, no entendía porque me pasaba esto a mi si yo me cuidaba mucho. Cuando llegué a la casa y mi esposa supo, llamamos al doctor. Él recomendó que me cuidara y evitáramos discusiones porque podía morir en cualquier momento”, compartió Adel, en una entrevista exclusiva con BeHealth.
Los milagros existen
Adel siempre se ha caracterizado por ser un hombre dedicado a su familia y a los deportes, recibir esa noticia fue muy impactante para él, le dio un giro a su vida. Tanto así, que llegó a sumergirse en una depresión tan fuerte que intentó suicidarse en dos ocasiones.
“Papá Dios, que sea tu voluntad, lo dejo en tus manos, yo me entrego a ti”, fueron las palabras de Adel tras haber superado esa depresión, gracias al apoyo de su esposa y de sus hermanos.
Los milagros existen, Adel es la prueba de ello. Mientras se encontraba en la espera de algún donante que fuera compatible con él, recibió una noticia que le dio más fuerzas y ganas de luchar, se enteró que iba a ser abuelo. Le pedía a Dios cada día al menos ver a su nieta nacer y poder abrazarla, aunque sea una vez. Así que, sus súplicas fueron escuchadas, luego de 6 meses en lista de espera, resultó ser compatible con el corazón de una persona que había fallecido, cuyo órgano había sido donado por su familia. Fue trasplantado en el Centro Cardiovascular de Puerto Rico y del Caribe.
“Gracias a esa oportunidad pude ver a mis nietas. La primera tiene 12 años y segunda ya tiene 5. Tomo los medicamentos que es algo de por vida. Al principio tomaba cerca de 60 pastillas diarias. Actualmente solo 10; a las 9 de la mañana y a las 9 de la noche. No conozco a la familia del donante, pero estoy muy agradecido con ellos y sueño con algún día poder conocerlos”, aseguró Adel.
Vivir para llevar el mensaje
Adel agradece cada día esa nueva oportunidad de vida que Dios le regaló, y su manera de hacerlo es llevando el mensaje sobre la importancia de la donación de órganos. De los 15 años que lleva trasplantado, 11 ha sido voluntario de la LifeLink Puerto Rico, una organización de servicio comunitario sin fines de lucro dedicada a la recuperación de órganos y tejidos que salvan y mejoran la vida para la terapia de trasplante.
“Me hace muy feliz pertenecer al centro de voluntarios para que, al igual que yo, más personas tengan una nueva oportunidad de vida. Si conociera a los familiares de mi donante les diría tantas cosas: que su familiar no murió, que vive dentro de mí, que este viejo le está dando buen uso y está llevando el mensaje sobre la donación de órganos y tejidos”, puntualizó.
En LifeLink Adel participa en la realización de charlas educativas y mesas de registro, donde las personas se registran para ser donantes de órganos y tejidos cuando fallezcan. Centros de Servicio al Conductor, playas, escuelas, iglesias y diversas comunidades, son solo algunos de los lugares donde Adel brinda su servicio voluntario para orientar y animar a la gente para que se registren como donantes.
Nuevo corazón, nuevos hábitos
“A nosotros los pacientes trasplantados nos tienen prohibido ir a la playa, a la piscina, viajar, ir a cruceros… Estamos expuestos a cualquier enfermedad. Somos como unos niños pequeños, expuestos a todo. En las piscinas echan muchos líquidos como cloro; en las playas se puede coger cualquier virus o bacteria. Sin embargo, disfruto ir a las canchas de baloncesto y observar desde la sombra, lo manejo siempre pidiendo a Dios que me dé la fortaleza para disfrutar y no caer en la depresión. Llevo a mis nietas a la escuela. Eso es una terapia que me ayuda, mis nietas me mantienen feliz. Además, hago cinco millas todos los días, así que me mantengo activo físicamente”, expresó Adel.
Un mensaje de vida
A pesar del dolor, una familia donó, tuvo un gesto de amor, y gracias a eso Adele sigue con vida.
“Yo hubiera muerto hace tiempo si no hubiera sido por ese regalo. Cuando doy mi testimonio siempre digo: hoy me sucedió a mí, tal vez más tarde sea algún familiar que necesite un donante. Por eso siempre le digo a las personas que no pierdan la fe, que Dios es grande. A mí me llegó mi oportunidad y la estoy disfrutando”, concluyó Adel.
También puedes conocer otras historias de donación aquí: Trasplante de riñón, una nueva oportunidad de vida para Wilfredo